20/12/12

fragmento del último cuento


Y después, como si cada semana no le hubiera dejado más opción, antídoto contra la verdadera oscuridad de los domingos, bajaba la escalera hasta la recepción para esperar su llamada: ¿puedo verte ahora? Si quieres, sí. Siempre sí. Y aparecía despeinado, cubierto de lluvia en la puerta, los bajos llenos de barro, su cuerpo estático como un vampiro que no puede entrar hasta que el anfitrión se da por vencido y se entrega al mal. Y escribían versos muy pobres, migajas de palabras eléctricas sobre la gran moqueta europea. Hasta que un día se rompieron en dos. 


29/11/12

buscando a M.L. I

Me bajo en Sarrià y enseguida veo apuntalar el frío de la mañana la torre del Col.legi Sant Ignaci. Es tal y como M. lo ha descrito: enorme. En realidad, no parece un colegio. Sobre todo, dentro de su capilla, no parece un colegio. La construcción tiene bastante más gracia que la catedral de Madrid, por ejemplo. Da mucho miedo imaginarse allí una sotana, dentro de ese confesionario, preguntando a un chaval de hace 80 años si se toca o no se toca. El eco del griterío infantil me agarra a la realidad. Hago algunas fotografías de estrangis en lo oscuro. Memorizo los rosetones. Paseo por los pabellones, la lluvia fuera, entre las orlas que parten de 1940. Es una pena porque mi alumno favorito salió de allá en 1931 y no aparece su fotografía. Luego la guerra, el incendio y todo lo demás.

Col.legi Sant Ignaci

No encuentro, ya fuera del colegio, el cauce seco de la Riereta (si alguien sabe, por favor, comente) donde sé que a M. le gustaba ir a pensar. Él es así, pensador. Me encuentro a un par de vecinas rubias-sarrià, que me hablan de los Margenat, del francés de la casa verde, de las cuatro generaciones que han vivido en ese palacete. Fotografío todas los edificios, pero sigo sin encontrar el rastro de Miguel. Pienso en la descripción: jardín, dos columnas, terraza, una buhardilla.

Casa en Sarrià

Bajo por el carrer Major de Sarriá, es bonito, desconchado y burgués. En la plaza, imagino los furgones de la policía bloqueando la calle en los convulsos años 30, las banderolas, los gritos de "visca em Macià", "mori em Cambó", "visca Catalunya lliure" aquel 15 de abril de 1931; banderas rojas y negras por el Paseo de la Bonanova sobre La Internacional.

Placita en Sarrià

Despierto de la siesta cuando ya es de noche sobre el Raval y vamos a Sant Andreu. Espero a Clara en una cafetería reordenando los recuerdos ajenos. Luego entro a su clase de baile y no diré nada de la fauna que allá vi... porque eso sería un flash forward muy kitsch.

Les recomiendo mucho este video de cómo se proclamó la II República en Barcelona y en Madrid. Aguanten al noticiario por favor (minuto1,20) Qué felices éramos. Qué poquito duró.

27/11/12

memorias

Llevo unos días viviendo en la Barcelona de los años 30. Tiempos aún más convulsos que estos. Así que, en vez de hacerlo desde mi silla -vistas al patio-, me voy para allá. Con mi lupa y mi gabardina, a seguir el rastro de Miguel. No saben la felicidad que me produce el plan. 

Adeu


17/10/12


Al llegar a mi casa he mirado muy de cerca el altarcito de muertos que hay en la estantería de los libros. Como si en vez de catrinas de papel maché, dentro, tuviera peces. Frida semisonríe detrás de diminutas filigranas. Sonríe pero no respira. He pensado en hacerme mi propio altar. Para que la que soy ahora pueda hacer su ofrenda a la que yo era. 



2/10/12

Si alguna vez fueras ciudad


 Una de las cartas más hermosas que he leído:
Cualquier aeropuerto me sigue recordando un aeropuerto lejano, al que fui a esperarte aun sabiendo que no vendrías.
Cualquier calle decrépita en cualquier lugar del mundo siempre me parece una calle de Lisboa, la ciudad que tú serías si alguna vez fueras ciudad.

Como también serías África si fueras continente, y ciertos cielos altos y transparentes si fueses cielo, y la raya perfecta que separa los océanos en El Cabo, y la melodía de los ciegos con túnicas blancas en Manika Street. Y serías los golpes de mar embravecido sobre un ventanal en Simon’s Town, y las viñas de Constanza, y el vino suave que le gustaba a Napoleón, y un pequeño hotel con bañera antigua y teléfono, también antiguo, desde el que hablaba contigo.
Y serías la ciudad oliendo a jacarandas –continuó Julia, mientras seguían allí paradas-, y una balaustrada de piedra frente al mar, y las flores de los sellos de Sao Tomé, y los libros de Fowles. Y las cartas que mandabas y recibías, y las palabras que había en esas cartas, y la silueta lejana que se adivinaba en ellas. Serías todo lo que fueron aquellos años y los años que siguieron, como si, extrañamente fieles el uno al otro, en realidad no hubieras faltado en el aeropuerto en que te esperé, ni en las calles decrépitas por las que me hubiera gustado pasear contigo de la mano. Ni en aquel hotel.
Como si no hubieras dejado de ver los cielos que yo vi, ni los paisajes que ahora como un sueño, ni de leer los libros en los que vagamente te buscaba. Como si esto de hoy hubiera sido lo de siempre, y tus recuerdos mis recuerdos, y esta carta no una carta de nostalgia radiante aunque inservible, sino un simple y feliz recuento de nuestra vida. 


Carta que aparece fragmentada en el relato Si alguna vez fueras ciudad, de Berta Vías Mahou, en su libro Ladera norte.
Acantilado, 2001

27/9/12

tengo un sueño clandestino para ti

Fue hace muchos años. En un hotel de la avenida 3. Tras una noche de mucha confusión política. Entrevisté a Francisco Barrios, Mastuerzo, cantante de Botellita de Jerez. Su canción, Prohibido, fue un himno para mi en aquellos tiempos. Y, en estos, viene muy bien volverla a escuchar.

Se la dedico en forma de abrazo desde este escenario virtual a mi amigo Héctor, a quien el otoño ha puesto a prueba.


18/9/12

cambio

Hay luz ahí fuera.
Y libros.
Y calles y gente

y la vida.


13/9/12

c a s a

Abierta la ventana, remuevo las hojas de la hierbabuena para que él pueda sentir lo fresco desde la habitación. Me he colgado de la visión que admiró el amigo la noche del mezcal. He afilado mis dedos -estas palabras bien puestas- y he pensado:
¿Se puede escribir sobre una obsesión?
¿Puede y quiere uno contar lo que de verdad (ahí-dentro-donde-nadie) le importa?
Y no lo creo. 
Así como la felicidad o el amor.



7/9/12

retrovisor

Lee los versos de Julio Cortázar, mastícalos con rabia inmerecida, todo lo que no se dice.Y ahora escribe, de frente, si el ritmo sincopado del jazz. No se lo pido al mundo, te lo digo a ti, media vuelta oscura, a ti que has sido un “fuiste” en todos los sentidos. A ti que escondes viento.
A ti que tan tarde preguntas por lo que nadie recuerda.

No te voy a cansar con más poemas.
Digamos que te dije
nubes, tijeras, barriletes, lápices,
y acaso alguna vez
te sonreíste.
J.C. 

Laguna de Bakalar recortada por la ventanilla. 

El domingo, algunos fantasmas del buque leeremos a Cortázar en casa, si alguien gusta + mezcal, claro. 
Se admiten viandas.

4/9/12

esto es


Atravieso el bostezo de Madrid en un taxi. Un rumor de café, vapor de sol talón de zapato. Corsé y andamio. Nadie sabe si sandalias o abrigo. En alguna coordenada de estas calles debe haber un gobierno, con sus ministros y sus carteras, una exposición de surrealismo, un paquete de vacaciones destrozado, tu ausencia como un recorte de sombra. También habrá un desahucio. Le he robado el bolígrafo con que escribo a un apuesto paparazzi (a mi gusto, claro). Está tumbado camisa blanca en el sofá de una sala vip de televisión, donde se habla  del pescado de Tarifa con la misma liviandad que se habla de Bretón, ratito sí, ratito no. También le miro el estómago, tiene el sol del estrecho allí dormido. Yo no desgasto mi saliva con nadie. Una señora, coleta-bata-bolsocruzado grita porque nadie la dejó hablar de la secta que abdujo a su hermana y la largan. Largan todo lo que no vende más que dos niños quemados por un padre psicópata. Estrujan el trapo. Caen mierda y millones. Se va desairada la supuesta víctima de una supuesta vidente supuestamente muerta en un pueblo cercano a esta ciudad, donde una vez hubo un gobierno equis, te acuerdas, donde seguro está habiendo un desahucio.

2/9/12

confiada


En una tarde de pasos calientes e impuesto silencio, me lancé al Caribe como quien entra en el Mediterráneo, decidida y pez. Y fue ese mar de siete azules quien me recordó que al agua se entra despacio, con permiso y sin confianza. Me arrancó hasta su orilla y allí me dejó despeinada.

Le puso nombre a la sensación que tuve durante todo el viaje. 


1/9/12

Lejos

No todo el mundo sabe que a Veracruz y a sus playas lejanas no pienso en la vida nunca volver. Fui feliz allí, el mes pasado, en noche de luna llena, en Los Portales, ni antes ni después de esa noche, en el último mes de julio de mi juventud. Pero no pienso en la vida nunca volver, pues sé muy bien que la nostalgia de un lugar sólo enriquece mientras se conserva como nostalgia, pero su recuperación significa la muerte.
Enrique Vila-Matas
Lejos de Veracruz 


Roca partida



30/8/12


En Madrid no hay pelícanos, hay palomas. No están ni Lucas, ni Ron, está Valentín. No hay playa Paraíso, en la calle Norte está la sauna Paraíso. No se come tortilla, hay el pan de cada día. No existe la chelería, pero en Casa Candi también se canta a pleno pulmón ‘Quiero abrazarte tanto’. No se sube a los escenarios, se baja al metro. En Madrid se mira de frente, se coge todo, se abraza con fuerza. A Madrid se vuelve, no se quiere volver. Su cielo es azul y seco, la piel se aclara, los moscos mueren. En Madrid no vivo en Chapultepec, ni en la Avenida 21, sino en Noviciado. No se dice Tlacotalpan, Papaloapan, Citalpetelt, Cuitlahuac. No sé de dónde viene la palabra Madrid, pero México significa ombligo de la Luna. Aquí no se toman botellas, se libran batallas. Hay cócteles a ocho euros que nunca son de camarón. No llega ni pasa el huracán. En Madrid, ironía, en México, albur. Asfalto, amor y verdad. Arena, tequila y volcán.

A Madrid le falta surrealismo, mística y apasionamiento. 

A México le sobra imprecisión, caos e intensidad.

Reinsertándome. Corrigiéndome. 




16/8/12

Día 15: Quintana Roo (ayer)

Ha empezado el viaje.
El cuaderno es pequeño. Bestial
naturaleza
para quemar palabras.
Apagaste la luz
sobre tu puerta, volviste a la guarida
donde el pan y la leche.
Yo he manchado mis manos
de animales. He juntado las huellas,
deseado el tobillo
de un turista, enrojecer
su omoplato.
Noche bajo la noche.
Isla contra la fiera.
Brujula verde, niño sin cuna:
si ya he mordido tanto,
¿por qué
no llego al hueso?

12/8/12

Día 12: el viaje

Me fui.
Me voy.
Allá nos estamos viendo al ratito. 

9/8/12

día 9: vaguedad

Escribiendo unas breves biografías para Habla con eñe, me encuentro con Juan Bosch. Dejo un fragmento. Me quedan tres días antes de volar, otra vez, a México. Y la despegada va siendo urgente.
La carretera está muerta. Nadie ni nada la resucitará. Larga, infinitamente larga, ni en la piel gris se le ve vida. El sol la mató; el sol de acero, de tan candente al rojo, un rojo que se hizo blanco. Tornose luego transparente el acero blanco, y sigue ahí, sobre el lomo de la carretera. 
Ayer dibujamos un largo fragmento del perfil sur de la costa. Paseamos también por Algeciras, con su puerta abierta siempre al estrecho, vigía.



Antes de irme a dormir, abrí un cajón de la mesilla, y amarillento como ya pueden ser mis libros viejos, aparece Para nacer he nacido. Leído hace años, en 1996, parece. Abandonado. Y tiene que ser Neruda quien me de la bofetada. Maldito el poeta, siempre tan oportuno. Interesante es leer el 'Yo acuso', discurso pronunciado en el Senado de la República de Chile, el 6 de enero de 1948.

Dice Neruda, y uno no puede dejar de sentirle inocente, respondiendo a una encuesta en otro de los textos. 
Si esta pregunta me saliera al paso en un callejón oscuro me llevaría un susto de padre y señor mío. Porque, ¿qué sé yo del año 2000? De lo que estoy seguro es de que no se celebrará el funeral de la poesía en el próximo siglo. En cada época han dado por muerta a la poesía, pero ésta se ha demostrado vitalicia, resucita con gran intensidad, parece ser eterna. La poesía acompañó a los agonizantes y restañó los dolores, condujo a las victorias, acompañó a los solitarios, fue quemante como el fuego, ligera y fresca como la nieve, tuvo manos, dedos y puños, tuvo brotes como la primavera; echó raíces en el corazón del hombre" 

5/8/12

día 5: bruma

"Después de un invierno malo
y una mala primavera*".



* Fito. Soldadito marinero

3/8/12

día 3: leer de viaje: miedo



"No era miedo. Pero se parecía tanto al miedo; tenía relámpagos de lucidez y golpes de corazón como los de la oscuridad, angustias iguales a las de las horas en las que Mamá debería estar en casa y no había vuelto aún, pero era también distinto; independiente, miedo de sentirse mayor que la dejaba un poco seria porque ahí había formas, olores, densidades nunca probados. No la habría asustado que la abandonaran sola en mitad de la calle y sin embargo sí la asustó aquella noche sentir el peso de su edad".

La hermana de Katia (2001)
Andrés Barba

1/8/12

día 1 de agosto: hola vida

La edad contemporánea comenzó en 1789, con la Revolución Industrial, y terminó con la caída del Muro de Berlín, en 1989. Supongo que la nuestra, no representa más que una época absurda y futurible, que una vez fue probable. Porque después de lo contemporáneo, no puede haber nada.
O, no seamos más pesimistas de lo obligado, no puede tener nombre.
Es 1 de agosto. 
Comienzan mis vacaciones. 
Justamente a esta hora, cumplo mis 31 años en este mundo. 
Y estas son mis ventanas interiores. 


21/7/12

puerto escondido


¿Existe un nombre, acaso, más evocador

que 
Puerto Escondido?

Pronúncialo.

Alli estuvimos una vez. 
Fue al principio de los tiempos. Condujimos el bocho alquilado por la sierra hasta San Juan. Las luces dejaron de atravesar la tormenta. Un par de días en aquella playa. Zipolite. Carrizalillo. El hostal donde años después nos hospedamos. Eran tiempos de paz. De futuro. De entonces es esta foto. Nunca llegué a ver la que me tomó Samuel.

Playa de Puerto Escondido. Samuel fotografiando a Aroa. Agosto de 2005

Volvimos atravesando el istmo de Tehuantepec durante la que fue la noche más larga de mi vida. Llovía sin parar. Los esqueléticos limpiaparabrisas no daban abasto entre la oscura humedad. Cuando llegamos a casa, ya de día, una amiga había atravesado el océano y dormía en mi colchón sobre el suelo.

Después llegó todo lo demás.

Quién sabe si este verano. Al fin. Después de tanta mierda. 

26/6/12

la poesía era el lugar



"Pequeños dioses de viento y de papel. ¿Por qué nos abandonaron? La poesía era el lugar y sigue siéndolo aquí. Pero este llano,

este desierto... Yo no soñaba sino con pinos dorados. Yo pensaba en romper la música y dibujar con palabras el aliento

de los pinos.

Pertenecer. Pertenecerse.

Obtener agua y continuar ensombreciendo el sol con las verdades. Sobrevivir. ¿Es ésto lo que queríamos? Queríamos vivir,

no sobrevivir.

Y qué es el poema sino un puñado de pájaros muertos en la mano.

Y qué es el poema sino un disparo al sol desde detrás de un peñasco de colores.

Y qué es el poema sino sobrevivir entre piedras calcinadas y antiguas.

Hay que inventar un agua en la garganta.

Pertenecer. Pertenecerse. Es esto todo al fin cuanto queríamos.

Un silencio incompleto. Un lugar de ceremonias sencillas y perfectas. Sólo falta que inventemos un viento."
 
 
 
La mirada de los héroes

Paulina Winderman

y después rabia, mucha rabia

8/6/12

(viaje express)

no le he perdonado a Venezia que la última vez que estuve allí me ahogó la humedad de la habitación de hotel y busqué la caminata nocturna junto a sus aguas quietas

nocturno idiota del allí, del así, del entonces
que luego no pesa

cómo es el punto final de nada que se pone en una ciudad hermosa


pero
_________ahora

nos levantamos
a brindar por los amigos
y ponerle
a la ciudad su nuevo nombre




(qué pudor da mirar para atrás y saberse boba)

3/6/12


Nos dijeron que estudiásemos.
Que fuésemos trabajadores.
Nos dijeron que tuviésemos buenos modales.
Nos dijeron que fuésemos buena gente.
Que fuésemos optimistas. Alegres.
Que nos quisiéramos los unos a los otros.
Nos dijeron que tuviéramos ideales.
Que no nos tomásemos demasiado en serio.
Nos dijeron que todo esfuerzo tiene su recompensa.
Nos dijeron que leyéramos.
Nos dijeron que confiásemos.
Que fuéramos justos.
Que respetásemos las normas, las leyes, los mandamientos.
Que fuésemos solidarios.
Es más, fueron tan osados que nos dijeron que persiguiéramos nuestros sueños.

Y cuando ellos no han cumplido ninguna de sus partes, se atrevieron a decirnos que siguiéramos sonriendo.


19/5/12

me gustaba mucho

Sigues conmigo porque ya no queda nadie más que yo que recuerde tu belleza. Sólo yo tengo en mis ojos viejos tus ojos jóvenes.



Me faltan palabras.
Qué raro. Hablamos mucho.
Adentro estoy callado.

Carlos Fuentes, Los lazos conyugales en Todas las familias felices

2/5/12

La abuela fue periodista

Desde hace un tiempo, imagino a mis futuros nietos –pelo claro y tieso, todos varones, quién sabe- escuchándome contarles cuál fue mi profesión. Pues veréis, les diré, la abuela estudió periodismo. ¿Cómo?

La abuela se fue a México (cómo estará para entonces ese lindo país) porque había acabado de estudiar la carrera en una escuela que se llamaba universidad. Me encantaba ese trabajo (nos pagaban un salario fijo y acordado a cambio de una serie de horas) que consistía en contarles por escrito a los demás cosas que sucedían en su ciudad, o en otros lugares. Podía ser desde la apertura de una nueva autopista, que entonces eran de libre acceso, un artículo más largo sobre de dónde venía el agua que consumían, tratar de explicar dónde había ido el dinero desaparecido de las arcas públicas recaudado o entrevistar a algún artista. Podía escribir de muchos temas. Para ello, grababa con unos aparatos que llevaban una cinta de casete (¿de qué?) a algunas personas, se informaba, investigaba durante algún tiempo, contrastaba la información y, después, durante la tarde, la redactaba. Tenía que tener curiosidad, ser rigurosa, escribir muy bien y tener una cosa que entonces se decía “olfato”, yo siempre pensé que era sentido común.


La abuela reporteando en el mercado 'Revolución' sobre el precio de los alimentos.
Veracruz, 2006.

A la mañana siguiente, el periódico, unas hojas grandes de papel finito que tiznaban los dedos al hojearlas, estaba listo para que todo el mundo lo comprase en unas casetas que había por la calle que se llamaban quioscos. Sí, había que esperar hasta la mañana siguiente. Y sí, no importaba. Porque leer el periódico, tomando un café en una terraza de Madrid, o en casa, esparciendo sus pliegos y suplementos por la cocina, en el transporte público -sí era público y barato y recorría toda la ciudad- era un placer. Había quién lo leía entero, había quien iba directo a la sección cultural, otros se estudiaban las noticias de economía o políticas.


Muchos decían que la carrera de periodismo no servía para nada, que cualquiera podía ejercerla, pero eso no es verdad. El periodista, no el tertuliano, ni el bloguero, ni el articulista de opinión, ni el entrevistador ocasional para una revista de música, tenía un compromiso al que tenía que ser fiel: aquello que había escrito, en aquel artículo, dentro de las restricciones con las que todos los medios de comunicación contaban, era lo mejor de sí mismo. Y, sobre todo, era verdad. Y una firma y una cabecera avalaban la información.


Cuando la abuela, después de un año, volvió a España, tuvo la sensación de que algo estaba cambiando. Sí, trabajé en otros medios, pero, al margen de que los salarios fueran cada vez peores y para recortarlos apelaran al nivel de vocación del periodista, los grandes dueños de los medios habían tensado la cuerda de la manipulación. Las redacciones eran cada vez más pequeñas. El mismo que escribía la información, la subía a internet, hacía la foto, se corregía, maquetaba su página. Importaba más la cantidad que la calidad. Esa palabra desapareció de las redacciones. No importaba que un periodista no supiese nada de un tema, no importaba que la noticia tuviese tres líneas, que estuviese sesgada.

Miles de compañeros fueron despedidos. También yo.
Llegó la crisis económica, internet, twitter, los blogs, las presiones, la caída de la publicidad, los despidos masivos, incluso, algunos compañeros de otros países perdían la vida informando. Todo se volvió difuso.

¿Twit.. qué?

Ya de la poesía os hablaré otro día.
Ay, qué triste época aquella.

El 3 de mayo es el Día Mundial de la Libertad de Prensa. Compren el periódico.

Sin periodistas no hay periodismo. Sin periodismo no hay democracia.

1/4/12

24 horas y 20 minutos en Barcelona

Tengo 30 años. Voy sola en un tren de alta velocidad que cruza nuestra península de centro a nordeste. De mi dirían que soy caucásica, medio rubia, con algo de sobrepeso, tranquila en el movimiento y algo ensimismada por el paisaje, desdibujado por la alta velocidad en forma de cárcavas naranjas y sequía. Viajo por trabajo. Es mi forma de empezar estas vacaciones. Voy a presentar en libro de un joven talento empresario. Un supuestamente divertido y perspicaz presentador-showman de televisión estará también. No me emociona. Tengo varios amigos que viven en la ciudad a la que me dirijo, pero han decidido viajar por Semana Santa. El resto de amigos estará a estas horas comiendo marmitako y tiramisú en la Euskal Etxea. Me gustaría imaginar algunas de sus caras. Lo hago y, entonces, siento una punzada de rabia.




Me gusta viajar sola, no lo puedo negar, hace años que no lo hago. De todas mis escapadas, recuerdo con mimo aquella a Puebla. No dormí. Llegué el sabado por la mañana y a las 7 del domingo tomaba mi camion de vuelta al rancho. Sin embargo, apenas recuerdo qué hice cuando estuve en Querétaro, también en México, tres días. Sí la soledad y algunas pinceladas de las horas. Las paredes de la pensión eran muy altas, amarillas y con manchas de humedad. El cuarto, un zulo que daba a un patio interior donde se apilaban infinidad de cosas abandonadas. Sobre los muelles enfermos de aquel colchón escribí algo sobre el Santuario de las mariposas. Dormí vestida. Y no sé por qué aquellos días me paseé por la ciudad con una gorra roja y una mochila y yo no suelo llevar ni una cosa ni la otra. En estos momentos, me vuelvo desordenada en los horarios, complaciente conmigo misma y descuido los detalles que, a diario, en compañía, me autoexijo. Me pregunto entonces si al Fotógrafo le gustaría más mi yo solitario y viajero. Por si acaso, no lo dejaré asomar en casa.

Sarrià

Acabo de enterarme, Sarriá-Sant Gervasi es el barrio de la burguesía catalana (escribir esto y pensar en personajes de libros de Marsé). Me he despertado temprano para desayunar en el hotel. No sé por qué, cuando miro a compañeros de salón, todos me parecen parejas despampanantes y con una solida y fulgurante carrera profesional que acaban de despertararse después de una noche de buen sexo.

Podría decir que esta es una calle de París, o aquella donde estaba nuestro hotel en Berlin, pero los edificios tienen una capa de mugre muy nuestra. Fue anoche, cuando paseaba por la plaza Universitat que pensé que somos unos maestros para barrer lo sucio y guardarlo debajo de las camas para que no se vea.

No sé por qué decido esto antes de levantarme de la mesa de desayuno, pero lo hago: hoy me pintare los labios de rojo.

Sábado: noticias

Hoy ha salido el Fotógrafo en El País. Me lo ha dicho por teléfono cuando le he llamado des una cabina. Llevo unas horas sin batería. Me he sentido como una novia antigua que escucha el 'clonc' de las monedas cobrándose el amor. He cruzado feliz la plaza Cataluña, la crítica es buena. El Fotógrafo es una de las personas más humildes que conozco. Carece de altivez y egocentrismo. Ha ejecutado su libro como desarrollaría una demostración matemática. Sin embargo, hay líneas que, sin recurrir a argucias líricas, están llenas de emoción.



Últimamente tenemos un nuevo ritual nocturno: antes de dormir, leemos algunas páginas en alto de un libro que lleva años insistiendo que lea: El tío Petros y la conjetura de Goldbach. Es gracioso verle emocionado cuando se nombra a algunos matemáticos célebres.

Rabia de no haber estado esta mañana en nuestra cocina, con la mesa cubierta por los periódicos del sábado y descubrirle, despertarle, con su reseña en el periódico más importante de este pobre reino.

También había otras noticias hoy:

“No creo que el presidente (Hugo Chávez) dure más de siete meses”, asegura su médico.

“El Gobierno, preocupado por la repercusión internacional de algunas imágenes violentas de la huelga”, la huelga en sí preocupa menos. A esto me refería con lo de barrer la basura y meterla debajo de las camas.

Aramburu: “Quizá la belleza no sea sino la huella que deja una proyección de fenómenos externos en nuestro interior”.

“Los nuevos autores mexicanos se alejan de la guerra contra las drogas para explorar las violencias más íntimas de un país desengañado”, Luis Prados, corresponsal de El País en México.

“El actor protagonista de Mad Men tiene casi tantas sombras como su personaje”.


Raval



Desde que supe que iba a venir a Barcelona, me imaginé sentada al sol en esta terraza (hecho). Barcelona sin Clara no es lo mismo. Tampoco sin Jordi. Cataluña es Jordi, pero Barcelona es Clara. Y ella sabe cómo hacer que cualquier lugar parezca bonito. Asombrosa. Lo difícil es fácil. Lo triste tiene salida. Madrid gana con ella. Pero vengo a Barcelona y veo asomar las palmeras de su terraza mientras ella viaja por Italia, y la ciudad pierde.
He entrado a la Central del Raval, quería hacerme con un libro de poesía. Me he enfadado mucho conmigo por mis métodos de selección del título. No estoy orgullosa pero:
No elijo poetas que siguen preguntando qué es la vida o qué hacen aquí.

No me fío de la generación de mujeres que escribieron durante el franquismo.

No a los postmodernos, las vanguardias ya tienen un siglo.

No consumo verso que no sea libre. Me gusta mascar el ritmo propio de las palabras.

No a la temática de la naturaleza. No en este momento de mi vida.

No a las poetas suicidas. Me cansé.


Al final, he salido de allí con un libro de Trasntrömer, el Premio Nobel sueco. Este fue el verso que me sedujo:

“En el negro hotel duerme un niño.

Y afuera: la noche invernal

donde ruedan los dados de ojos desorbitados”

También me he comprado una gabardina marinera.



 Que significa vacaciones.

16/3/12

tengo ganas de esto

Humedad

Agua

Libertad
¿Cuándo?
Imágenes tomadas el pasado agosto en Colliure.

24/2/12

berta vías mahou, nán, malasaña y yo de fondo

Hace unos años, dos, tres, El Fotógrafo apareció en casa con un regalo que le encanta hacerme (la última vez fueron cinco de una vez): un libro. Se trataba de Los pozos de la nieve. Yo, entonces, era becaria en una editorial alemana y, para bien o para mal, había días en los que nadie se acordaba de mí en la oficina y podía dedicarme, escondida tras mi pantalla, a leer. Así leí Los pozos de la nieve, de Berta Vías Mahou y así me enamoré de su forma de escribir. Él lo había comprado porque en la primera página ponía “México” y le debió parecer que por ahí tiraría el argumento y que yo a ese escenario difícilmente me resistiría. Pero el libro, ¡ja! no va por ahí.

Un par de años después, el amigo NáN, que vigila desde su mástil mayor las calles de nuestro barrio, cierta tarde, en la librería La Independiente, empezó a hablarme de cómo había conocido a una escritora fantástica y estaba leyendo ya un segundo libro de ella que, poco después, me regaló por mi cumpleaños, en agosto, y que yo olvidé durante unas vacaciones en Palma: Venían a buscarlo a él. Recuperado el libro, seguí su lectura y supe que Berta era uno de esos escritores que saben cómo y qué hacen. En él cuenta los últimos tiempos de Albert Camus. Y se adentra, con un rigor impropio de la novela, en los kilómetros previos que pusieron fin a su vida (luego me ha encantado espiar alguna fotografía de Berta meroedeando por la casa de Camus, imagino, que documentándose)

Este comienzo lo leí muchas veces:

Decía sí, tal vez fuera no, había que remontar el tiempo a través de una memoria en sombras, nada era seguro. La memoria de los pobres está menos alimentada que la de los ricos, tiene menos puntos de referencia en el espacio, puesto que rara vez dejan el lugar donde viven, y también menos puntos de referencia en el tiempo de una vida uniforme y gris. Tienen, claro está, la memoria del corazón, que es la más segura, dicen, pero el corazón se gasta con la pena y el trabajo, olvida más rápido bajo el peso de la fatiga. El tiempo perdido sólo lo recuperan los ricos.
  
Luego el mapa se hizo chiquito, internet grande y todos acabamos tropezando por Malasaña, la que se pisa, con sus farolas, bendita calle Espíritu Santo, y la virtual, donde quedamos cuando hace tiempo que no nos vemos. Y cosas de la vida, el viernes 2 de marzo, tenemos un plan que a continuación pueden ver en forma de cartel. ¿No tienen ganas de conocer ya a esta mujer? Yo sí.

 

14/2/12

Flight 2054

a más kilómetros, peor es la gestión del sentimiento
en la ecuación de una ausencia
el tiempo es una constante

solamente el hilo musical tan indigesto
de la compañía aérea
es más absurdo que los minutos
que alguien tarda (y otro espera)
en cruzar un salón
como quien se la juega

cero-cero
.
A-5 o carretera por la que se despega de Madrid al oeste en una tarde de verano

4/2/12

Manual para coyotes

Si no puedes venir, aquí puedes hacerte con uno.

26/1/12

Manual para coyotes


'Colt Navy', David Ruiz
Partamos de que este post no puede ser objetivo. Partamos de que mi interés en el oeste es igual a cero. Partamos de que la mayoría de los cuentos que forman el libro Manual para coyotes fueron escritos a escasos metros de donde yo, hoy, en esta plácida pero fría mañana, escribo en este blog. Partamos de que convivo con un Colt que duerme sobre el viejo mueble del salón, entre las piezas enfrentadas del ajedrez y de que un día mi casa se llenó de mapas de Estados Unidos.

Avisados, pues.

Hace cuatro años, en un sótano de un bar de Malasaña que ya no existe, algunos fuimos convocados para formar parte de un taller que terminó llamándose Bremen. Allí, cada dos semanas, rondando un tema, escribíamos cuentos. De allí salieron muchas cosas buenas que resumo en un puñado de amigos espolvoreados por esta ciudad y más allá y una maleta llena de cuentos. También salieron otras cosas, pero no todo es publicable. Aunque ustedes que pasan por aquí, ya saben…

David Ruiz, autor de 'Manual para coyotes'
Él, uno de los convidados en esa mágica cubierta, el autor de Manual para coyotes, obsesionado, hipnotizado por las músicas de Morricone, hacía cabriolas para que, fuese cual fuese el tema o la técnica, todos sus cuentos nos llevasen de viaje y sin esfuerzo a un lugar donde todos una vez estuvimos: el lejano oeste. Y es ahí donde David Ruiz nos recibe, con el sombrero calado y el colt al cinto. Yo no he venido a convencer a nadie de nada, más allá de intentar dar eco a un estilo e historias que es necesario leer: sobrio, muy inteligente y con un singular dominio de la palabra, natural y rápido como su forma de pensar.

 Los personajes que forman parte de estos cuentos, alejados de la poesía y la mística, son mucho más que sombras desafortunadas, enraízan con las pasiones más altas y más bajas, con el escaso precio que a la vida se da en ocasiones, cuando los tiempos no acompañan al romanticismo y los valores.

304 veces una mano que a veces tiembla, que a veces se lo piensa dos veces, presiona el gatillo y precisa, la munición, como las palabras, avanzan decididas, abriéndose paso. Es ahí donde David gana este duelo, cuando ya no tienes más remedio que rendirte a que la bala de la historia se abra camino y no te queda más que seguir leyendo, que oler el polvo del camino. Ya no importa que sus relatos nos hablen de aquellos míticos parajes, estás herido y has entrado en el juego. Es lo que tienen las buenas historias, que te arrastran donde quieren y te hacen ver el mundo por su mira, detrás del peso y el frío del que se juega la vida por un ideal, por un pedazo de tierra o por un puñado de dólares.


Manual para coyotes
David Ruiz
Editorial Menoscuarto
A la venta a partir del 27 de enero 


Presentación 7 de febrero en La Independiente 
(Espítitu Santo, 27. Malasaña, Madrid)
Puedes comprarlo aquí o aquí o en cualquier librería

8/1/12

Postales desde Berlín

Estrategia de los ojos abiertos

Aunque he estado muchas veces en Alemania, incluso viví allí durante un bonito año de mi vida, nunca había visitado Berlín. Y es otra cosa al sur de pueblos de azúcar, al norte frío con sus tejados de zinc. Así que tal vez no diga nada, así que tal vez sí escriba algo. Sé que he hecho muchas preguntas en este viaje. Que me arrepiento a no haber estado atenta antes.
Mientras, esto es parte de lo que vi allí. Y un fragmento de la novela que iba leyendo, Bajo el nombre de Norma, de Brigitte Burmeister. Estas líneas, en una novela sobre la reunificación, o una mirada sobre la reunificación, me las podría aplicar ahora perfectamente. Sobrecogen. Pasen, es largo, pero lean. Con tranquilidad.

 Para María a rayas, todas estas postales de Berlín.

"Vivimos tiempos convulsos. Jamás hubo tanto comienzo y ya todo parece estar perdido. El pasado al este del Elba ha quedado reducido a ruinas y fango, y el futuro en común puede que no dure mucho. Cada día tiene veinticuatro horas, la mayor parte de ellas las pasamos comiendo y durmiendo. El resto las dedicamos a hacer cosas de dudosa utilidad, en el mejor de los casos por placer, y somos informados detalladamente de todas las que no hemos hecho. Escuchamos más opiniones de las que podemos asimilar. Somos libres de elegir. Más de uno clama por librarse de esa libertad y busca la salvación en la manada. Otros afilan el codo. La solidaridad se ha vuelto una palabra extraña, un buen consejo sale caro. Todo el mundo sabe que esto no puede seguir así, todo el mundo espera que el cambio no le pille a él. Pues el hoy es siempre mejor que el mañana, salvo para el que no tiene nada. Crece el número de los que tienen el futuro asegurado, fallecen de muerte natural, como el resto de sus congéneres, solo que quizá un poco antes. No hay motivo para quejarse. ¿Ante quién, además?  Las autoridades y todo el que tiene algo que hacer o decir da lo mejor de sí. Los corrompidos de antaño están entre rejas, conspirando en algún sótano, muertos o entre nosotros con una nueva ocupación. De sus delitos se encarga la justicia. Ni siquiera nosotros estamos libres de pecado como para tirar la primera piedra. Puede, eso sí, que nos dé alguna de las que tiran los que pasan murmurando. ¡Cojamos la escoba y empecemos a barrer delante de nuestra puerta! ¡No dejemos que nos desconcierten con sus preguntas sobre cuál era nuestro puesto en el gran estado opresor, sobre nuestra complicidad con el sistema! ¿Neguémonos a elegir entre el olvido o cien años de odio! Resulta agotador ser uno de los de antes. La izquierda no sabe lo que la derecha se trae entre manos, y ya nadie sabe qué ha sido de ambas. Quiero preveniros contra el horror vacui. Pensemos en el juego del go, en el que tener una casilla libre significa estar vivo. Hay que procurar tener siempre al menos dos casillas libres, dos alternativas; los especialistas llaman a esto estrategia de ojos abiertos."
















Fotografías:
Estela de adoquines que sigue el paso del muro de Berlín por la ciudad, esta foto está tomada en Mitte / Viajero en tren leyendo el periódico sobre el paisaje boscoso de las afueras de Berlín / Bernauer Strasse / Monumento al soldado soviético / Treptower Park / Postdamer Platz 1 / Postdamer Platz 2 / Monumento a las víctimas del Holocausto / Puerta de Brandemburgo / Bicicleta junto a East Side Gallery / David en Bernauer Strasse / Aroa en Kreuzberg