30/9/09

El Mar

Al fin he encontrado el libro de Raúl Zurita que había estado buscando tanto tiempo. Me ha saltado a las manos, ahora. Se titula INRI. La búsqueda la recompensan sus páginas. Es un canto largo. Este fragmento pertenece a la primera parte, titulada EL MAR.

Está el mar, se dice, están las tumbas carnívoras
de los peces. Están las carnes color de almendras
y el mar. El mar llora. Viviana llora.

Hay cielos infinitos de almendros, de estrellas
comos los frutos dicen y caen. Sorprendentes
carnadas llueven del cielo como las estrellas,
como frutos que caen sobre el pasto. Hay
universos sin fin en el estómago de los peces,
estrellas, campos de almendros rojos de sangre
cayendo sobre el mar. Infinitos días claros
lloviendo sobre las espumas rojas del mar.

Llueven hombres que caen en poses extrañas
como raros frutos de una rara cosecha.

Viviana oye llover sorprendentes carnadas de
hombres, asombrosas frutas humanas cosechadas
de extraños campos. Viviana es ahora Chile.
Oye frutas hermanas llover como dorados
soles reventándose en las aguas.


Cientos de cuerpos fueron arrojados sobre las montañas, lagos y mar de Chile. Un sueño quizás soñó que había unas flores, que había unas rompientes, un océano subiéndolos salvos desde sus tumbas en los paisajes. No.
Están muertos. Fueron ya dichas las inexistentes flores. Fue ya dicha la inexistente mañana. Santiago, Chile,
enero 2001-marzo 2002

La fotografía es de David Ruiz, pincha en ella para acceder a su photoblog.

17/9/09

Cause I'm leaving on a jet plane

No está pasando mucho.
Ha muerto Mary.

No sabía quién era.
Pero la lluvia, esta canción. Madrid.
No sé.

9/9/09

de tirón

sele. Y que la lluvia me cale hasta la sombra. Que no corra cuando llegue. Gota fría. Ya pasó. Lluvia ácida. Pasó. Mirar el nacimiento de las calles. De dónde salen. Luego enterrar los restos de placenta bajo un árbol para que nunca olviden su vocación de sol. Quiero un BMW, una consola de videojuegos, una postal que me hable por sorpresa en el buzón, serenidad, números verdes, sueño, amor. Mañanas de domingo con el periódico en medio de la cama y un café: sí, un café porque me llena la boca de protección y de leche. Quiero esconderme de las facturas y las cifras, quiero asesinar a un político con un golpe maestro de verdades. Me pasé. Pasé. Pero quiero quiero quiero no tener que luchar con nadie, ni medirme, ni rendirme, ni esconderme. No llevar esta diana colgada del pecho. Quiero una válvula de escape que me saque la presión. En la cabeza. Que mis vecinos sepan, cuando se llenen de vapor nuestras ventanas que soy yo, que echo fuera de mi cuerpo el mal bajío. Que pasen los días. Que no pasen. No querer que llegue la mañana sin dormir masticando la noche. Que mis pies se desinflen de camino. No apretar los dientes. Incisivo partido de la rabia. Quiero un otoño tranquilo, lejano. Un otoño contigo. Al lado.

4/9/09

les voy a dar un paseo este fin de semana

.
a ver si alguien entiende el por qué
cuando yo aterrizo allá


me siento como en casa y tan feliz


y no es porque descubramos sitios como este


y él pueda nadar solo en un mar así


y trepemos en las ruinas de la historia


y uno no se crea que eso que se come la montaña es el Distrito Federal


es más bien por esta lluvia capaz de desdibujar Madrid


o esta otra


y por los que nos llevan a cantinas así y nos pinchan música de banda en una vieja gramola,


por el olor que contiene esta imagen


y el sonido y lo que dejo en las calles de esta otra.


(cosa que sí que no entiende nadie, bueno tú, misteriosamente, sí)

1/9/09

Alentaremos
el último pedazo de la nieve
detrás de las rodillas.
Te enseñaré mi vientre:
aquel nudo de carne
que mi madre deshizo.
Seremos solo rojo sobre el barro.


(qué ganas de mis botas, aunque estas son las de Clara)