29/6/09

que he salido

Cuando llegaba a mi casa, con el sol pesando sobre el pelo, moría Alfonsina Storni entre mis manos.

Estos últimos días en los que hemos vivido las dos en la Argentina de principios de siglo, he aprendido a quererla. Yo, que desde que un amigo ingrato me dijo que le recordaba a ella quién sabe en qué aspecto (tal vez en la nariz chata), tenía cierto escepticismo hacia su, yo pensaba, romántico final.

Pero Alfonsina fue valiente y habló con mayúsculas de temas que, hasta entonces, para las mujeres, habían estado prohibidos. Porque esta mujer de pelo blanco desde joven, “como la Luna llena” describió Gabriela Mistral, fue muy inteligente y pionera y se atrevió a mostrar su ironía en los círculos intelectuales donde, hasta ese momento, no había respirado una mujer.

Su vida no fue fácil, ni tampoco su forma de pensar. Alfonsina defendió, tal vez sin saberlo, la igualdad.

Cuando en la estación de Buenos Aires se despidió de su hijo con un ancho abrazo y partió en el tren hacia Mar del Plata, Alfonsina ya había decidido que ella vencería la carrera de la vida a la enfermedad que padecía. Y una noche de tormenta, vestida de blanco, avanzó con las pocas fuerzas que le quedaban hacia el mar.

Antes envió una carta al periódico La Nación con su último poema, para que pudiera publicarse cuando se conociera la noticia.

Dientes de flores, confía de rocío, manos de hierbas, tú, nodriza fina,
tenme puestas las sábanas terrosas
y el edredón de musgos escardados.

Voy a dormir, nodriza mía, acuéstame. Pónme una lámpara a la cabecera,
una constelación, la que te guste,
todas son buenas; bájala un poquito.

Déjame sola: oyes romper los brotes, te acuna un pie celeste desde arriba
y un pájaro te traza unos compases
para que te olvides. Gracias... Ah, un encargo,
si él llama nuevamente por teléfono
le dices que no insista, que he salido...

24/6/09


Mientras

yo duermo

una hormiga más consigue traspasar el infalible hermetismo de la ventana con la que un ucraniano, hace ahora un año, decidió limitar mi casa contra el mundo y

un hmbre

en el pasaje invisible y subterráneo

bajo el Banco de España

orina sus cartones.

Mientras yo duermo, una mujer levanta los dos brazos al Sol como pidiendo agua a diez mil kilómetros en cualquier dirección de esta mesa donde un vaso y dos pasos me separan del grifo.

El trozo de madera no contesta, pero sabes imaginar que te dice: calma, ya llegarán tiempos mejores, ponme la otra mejilla, perdona al enemigo y sufre un rato. Mientras

yo

duermo

un limón pierde la vida sin más en la cocina de una casa de la costa oeste

de un país que aun no he visitado y una frágil aeronave aterriza en el Golfo de México y los pasajeros aplauden allí mismo donde yo regresaba y dos amigos, sin aviso, llegaron a esperarme.

Mientras, a la sala de urgencia de un hospital privado llega una madre a punto de estallar de decir: este es mi hijo, lo gestamos una noche de Luna y sin conciencia tiene mi boca se comerá el mundo y se llamará así porque nos da la gana, pero se queda a punto y

sin embargo

solamente será bautizado. En el nombre de otro, entre el murmullo hueco, será bautizado.

Y, a la vez que la vida, el rostro incendiado de uno que ya estuvo que ya erró y amó a una mujer o no

porque es el amor igual en todas partes pero algo como el amor puede entenderse tan distinto,

viaja por el río haciéndose ceniza.

Ahí todos iguales.

Esta es la lucha:

leve:

diagnosticable enfermedad de nuestro tiempo:

el desbloqueo

de la ventana.

Un día contaré la historia de Cecilia, la niñita cordobesa que aparece en la fotografía en 2005 aún con el lanugo y que, pobablemente, ya sepa decir su nombre.

19/6/09

movimiento


Un día eres un niño rubio y mellado;
al día siguiente un viejo que jadea en busca de aire.


Ella monta en bicicleta
como el año anterior
calle arriba y calle abajo. Quiere hacer
que pase el tiempo.


Un instante sobre la tierra.
No una frase, sino un aliento, una cesura.

(fragmentos de Ararat, de Louise Glück)

17/6/09

nocturno

Encima de la cama: la caja de las cartas amarilla y El Libro de los Prodigios donde yo aprendí a leer. Y a quién le importa. Todas mis vainas reunidas junto a mí: los trabajos y los versos, lo olvidado, las cerillas, las encendidas tardes de aquella habitación. El mal bajío.

Ahora puedo irme sin cruzar el umbral.

Leo de noche y comienza a llover al otro lado y dentro.

Yo soy la niña que teme que se enloquezcan las células de su alma. Terrorismo tabú del cuerpo contra el ser humano.

Yo soy la niña.

Que teme.

Metabólico cambio de las esencias.

Contraer la elegancia en su justa medida, si se desborda la falda al caminar a quién a quién le importa.

Qué más darán los geranios si nunca serán quebrados por ninguna mano.

El sol cae sobre el Atlántico. Y seguirá cayendo aunque no estén mis ojos para mirarlo.

Pero nadie dirá si es hermoso. Él científico así me lo dijo una tarde. Me lo dijo lleno de ojos.

Y luego un dolor de cabeza y la tensión en el labio superior, extremo izquierdo.

Ya palpita el herpes neurótico.

Ahora escucho a un perro obscenamente pequeño que pone tilde a la Luna

donde nadie me busca.

15/6/09

Intuición

.
Era muy pequeña la primera vez que pensó que su padre no estaría ahí para siempre. Lo era cuando metió la cabeza debajo de la almohada y lloró como nunca más lo haría por algo que aún no había sucedido.
.

Foto del album familiar, El Rastro, Madrid, años 40

12/6/09


Los restos siguen tiernos

en las venas.

Aún lo blanco

se expande por el agua.

Juraría

que un bálsamo de Luna

nos retiene las huellas

por el cuerpo.

Juraría

que seguimos mirándonos de frente

detrás de los espejos

hasta que un día

uno u otro

sin seguir manuales ni ornamentos

aparte la mirada.

7/6/09

vídeo de la presentación

Ahí va el vídeo que se puso en la presentación de 'Veinte años sin lápices nuevos'. Es la versión no definitiva, a falta de que Charo Ruiz le diera su mágico toque de varita audiovisual. Es todo lo que una pudo hacer con este ordenador pobre de memoria y muchas ganas de contarlo de otra forma.

Las fotos son de David Ruiz.

Los videos están grabados en Córdoba (Veracruz) y Moncloa (Madrid) por una que va siempre con la camarita en el bolso... Autoridades de tráfico: por grabar conduciendo no se multa, ¿no?

Las entrevistas que, en este video, aparecen sobre negro (paciencia), son fragmentos de pistas de un CD que se llama 'Oda a la otra canción popular mexikana'. Son Jose Luis Parra hablando de tiros por la espalda desde el propio equipo y de Mastuerzo (Francisco Barrios de 'Botellita de Jerez'), un músico mexicano al que tuve oportunidad de entrevistar una mañana de zumo de naranja y de resaca de debate ideológico en Utopía, ah qué tiempos.

Cuando vuelva mi directora de cine favorita de su exilio sureño, le pediré la versión final ligera para que pueda sostenerse en esta página.

Por cierto, no es listo el video para seleccionar el frame de portada ...

Nán, va por tí.

Espero que les guste.



6/6/09


Tenía los pies descalzos.
El cuajo negro
de la venganza
y un libro
entre las manos.
Al pasar por el túnel
los pájaros se hincaron
aún más
en el alambre.

4/6/09

Cartas con el Emir (fragmentos)


رسم الخرائط


Estos días, a raíz de la presentación de vuestro libro he pensado que quizás el poeta y las palabras tengan una relación similar a la del niño con el aprendizaje del lenguaje.
Primero descubre las palabras, su fuerza, su sonoridad, sus significados.
Después empieza a ser consciente de que puede expresar sus emociones y sentimientos con ellas.
En una tercera etapa, asciende un peldaño y consigue provocar emociones y sentimientos en los demás.
El paso trascendental se da cuando además de lo anterior es capaz de formular con palabras ideas propias, creaciones originales, razonamientos, teorías, explicaciones. Comienza la gran labor: descifrar signos y establecer una cartografía primitiva.
Pero la última puerta que ha de atravesar es el gran descubrimiento: las palabras pueden curar el cuerpo y el alma.

والشعر


Me gusta mucho que los llame cartógrafos. Es una palabra llena de viaje y búsqueda.
Para mí, la poesía es algo natural (y con esto no quiero decir ni mucho menos que lo lleve dentro o nada sobre dones ni talentos, prefiero pensarme alegre aprendiz de artesano para siempre) sobre lo que me cuesta escribir teoría. Como cuando uno respira y piensa a la vez cómo lo hace. Al menos, yo, me angustio con el aire. No sabría explicar el ritmo con que inspiro, ni cuando decido que necesito más.


Solamente puedo explicar cómo llega a mí de pronto esa necesidad. Hay una imagen, una situación, algo que me sucede normalmente en los sitios menos propicios y poéticos que se me empieza a revelar con verso (porque los reconozco así cuando llegan). Entonces, tengo que cerrar los ojos y salirme de ahí, sustraerme y arrancarle de cuajo cuatro palabras, casi siempre con poca suerte. Cuando eso sucede, me siento aquí y las ordeno sin premeditación y con poca corrección y las escucho y ellas son las que dicen hasta aquí o dicen, con todo el dolor, deshazte de nosotras.
Si le soy sincera, la escritura de alguno de los poemas de ese libro nuevo al que no he vuelto por pudor, me sacaron una lágrima al terminar. Pienso que a todos nos mueven las mismas cosas, que en nuestros ratos solitarios podemos llegar a pensar las mismas bondades o barbaridades, sentir muy parecido. Cuando leo un poema, o cualquier otra cosa, incluso una crónica y alguien nombra, por primera vez, algo que yo reconozco pero que no había sabido ponerle nombre, sé que ahí han apuntado bien, que la palabra es un pequeño dardo que te para en la lectura y te hace decir: eso era o eso podría haberlo dicho yo.

الشعور


Habláis de metáforas sencillas. Os diré algo que creo elaborado tras años de escritura. Si somos poetas, no hacemos metáforas. La metáfora es, en realidad, nuestra propia existencia. Toda la vida es una composición de signos que hay que descifrar. Los poetas, los cartógrafos, hacen contrametáforas, descifran los signos y los traducen a sensaciones proféticas. Vos sois especialista.

طلاق النار


Tampoco me gusta lo críptico en la poesía. Aunque debo decirle que uno de los libros con los que más recuerdo haber disfrutado era muy hermético. Aunque hay cierto hermetismo bien calculado en el que uno entra sin esfuerzo y, entonces, no puede abandonar. Entra en el imaginario del poeta.

Pero sí creo en esa labor de decodificación. Nos han enseñado a pensar rápido, a sacar conclusiones y encontrar soluciones y, por el camino, perdemos lo esencial (esto pasa a diario), nos perdemos ese verso que estaba suspendido delante de nuestros ojos.

"Busco el sello final con lo más hermoso
y estar a salvo el día de mañana del calor del fuego y de una llama"

(lo rescaté de El Diwan)

2/6/09

volver

Nadie podrá escribirlo
ni explicar cómo fue,
informal es la muerte
y su precipitación,
transitar a la nada.
Seamos más honestos
(perdamos la esperanza):

dejaremos las páginas en blanco.