26/1/12

Manual para coyotes


'Colt Navy', David Ruiz
Partamos de que este post no puede ser objetivo. Partamos de que mi interés en el oeste es igual a cero. Partamos de que la mayoría de los cuentos que forman el libro Manual para coyotes fueron escritos a escasos metros de donde yo, hoy, en esta plácida pero fría mañana, escribo en este blog. Partamos de que convivo con un Colt que duerme sobre el viejo mueble del salón, entre las piezas enfrentadas del ajedrez y de que un día mi casa se llenó de mapas de Estados Unidos.

Avisados, pues.

Hace cuatro años, en un sótano de un bar de Malasaña que ya no existe, algunos fuimos convocados para formar parte de un taller que terminó llamándose Bremen. Allí, cada dos semanas, rondando un tema, escribíamos cuentos. De allí salieron muchas cosas buenas que resumo en un puñado de amigos espolvoreados por esta ciudad y más allá y una maleta llena de cuentos. También salieron otras cosas, pero no todo es publicable. Aunque ustedes que pasan por aquí, ya saben…

David Ruiz, autor de 'Manual para coyotes'
Él, uno de los convidados en esa mágica cubierta, el autor de Manual para coyotes, obsesionado, hipnotizado por las músicas de Morricone, hacía cabriolas para que, fuese cual fuese el tema o la técnica, todos sus cuentos nos llevasen de viaje y sin esfuerzo a un lugar donde todos una vez estuvimos: el lejano oeste. Y es ahí donde David Ruiz nos recibe, con el sombrero calado y el colt al cinto. Yo no he venido a convencer a nadie de nada, más allá de intentar dar eco a un estilo e historias que es necesario leer: sobrio, muy inteligente y con un singular dominio de la palabra, natural y rápido como su forma de pensar.

 Los personajes que forman parte de estos cuentos, alejados de la poesía y la mística, son mucho más que sombras desafortunadas, enraízan con las pasiones más altas y más bajas, con el escaso precio que a la vida se da en ocasiones, cuando los tiempos no acompañan al romanticismo y los valores.

304 veces una mano que a veces tiembla, que a veces se lo piensa dos veces, presiona el gatillo y precisa, la munición, como las palabras, avanzan decididas, abriéndose paso. Es ahí donde David gana este duelo, cuando ya no tienes más remedio que rendirte a que la bala de la historia se abra camino y no te queda más que seguir leyendo, que oler el polvo del camino. Ya no importa que sus relatos nos hablen de aquellos míticos parajes, estás herido y has entrado en el juego. Es lo que tienen las buenas historias, que te arrastran donde quieren y te hacen ver el mundo por su mira, detrás del peso y el frío del que se juega la vida por un ideal, por un pedazo de tierra o por un puñado de dólares.


Manual para coyotes
David Ruiz
Editorial Menoscuarto
A la venta a partir del 27 de enero 


Presentación 7 de febrero en La Independiente 
(Espítitu Santo, 27. Malasaña, Madrid)
Puedes comprarlo aquí o aquí o en cualquier librería

8/1/12

Postales desde Berlín

Estrategia de los ojos abiertos

Aunque he estado muchas veces en Alemania, incluso viví allí durante un bonito año de mi vida, nunca había visitado Berlín. Y es otra cosa al sur de pueblos de azúcar, al norte frío con sus tejados de zinc. Así que tal vez no diga nada, así que tal vez sí escriba algo. Sé que he hecho muchas preguntas en este viaje. Que me arrepiento a no haber estado atenta antes.
Mientras, esto es parte de lo que vi allí. Y un fragmento de la novela que iba leyendo, Bajo el nombre de Norma, de Brigitte Burmeister. Estas líneas, en una novela sobre la reunificación, o una mirada sobre la reunificación, me las podría aplicar ahora perfectamente. Sobrecogen. Pasen, es largo, pero lean. Con tranquilidad.

 Para María a rayas, todas estas postales de Berlín.

"Vivimos tiempos convulsos. Jamás hubo tanto comienzo y ya todo parece estar perdido. El pasado al este del Elba ha quedado reducido a ruinas y fango, y el futuro en común puede que no dure mucho. Cada día tiene veinticuatro horas, la mayor parte de ellas las pasamos comiendo y durmiendo. El resto las dedicamos a hacer cosas de dudosa utilidad, en el mejor de los casos por placer, y somos informados detalladamente de todas las que no hemos hecho. Escuchamos más opiniones de las que podemos asimilar. Somos libres de elegir. Más de uno clama por librarse de esa libertad y busca la salvación en la manada. Otros afilan el codo. La solidaridad se ha vuelto una palabra extraña, un buen consejo sale caro. Todo el mundo sabe que esto no puede seguir así, todo el mundo espera que el cambio no le pille a él. Pues el hoy es siempre mejor que el mañana, salvo para el que no tiene nada. Crece el número de los que tienen el futuro asegurado, fallecen de muerte natural, como el resto de sus congéneres, solo que quizá un poco antes. No hay motivo para quejarse. ¿Ante quién, además?  Las autoridades y todo el que tiene algo que hacer o decir da lo mejor de sí. Los corrompidos de antaño están entre rejas, conspirando en algún sótano, muertos o entre nosotros con una nueva ocupación. De sus delitos se encarga la justicia. Ni siquiera nosotros estamos libres de pecado como para tirar la primera piedra. Puede, eso sí, que nos dé alguna de las que tiran los que pasan murmurando. ¡Cojamos la escoba y empecemos a barrer delante de nuestra puerta! ¡No dejemos que nos desconcierten con sus preguntas sobre cuál era nuestro puesto en el gran estado opresor, sobre nuestra complicidad con el sistema! ¿Neguémonos a elegir entre el olvido o cien años de odio! Resulta agotador ser uno de los de antes. La izquierda no sabe lo que la derecha se trae entre manos, y ya nadie sabe qué ha sido de ambas. Quiero preveniros contra el horror vacui. Pensemos en el juego del go, en el que tener una casilla libre significa estar vivo. Hay que procurar tener siempre al menos dos casillas libres, dos alternativas; los especialistas llaman a esto estrategia de ojos abiertos."
















Fotografías:
Estela de adoquines que sigue el paso del muro de Berlín por la ciudad, esta foto está tomada en Mitte / Viajero en tren leyendo el periódico sobre el paisaje boscoso de las afueras de Berlín / Bernauer Strasse / Monumento al soldado soviético / Treptower Park / Postdamer Platz 1 / Postdamer Platz 2 / Monumento a las víctimas del Holocausto / Puerta de Brandemburgo / Bicicleta junto a East Side Gallery / David en Bernauer Strasse / Aroa en Kreuzberg