30/6/08

Cuando los cronopios van de viaje, encuentran los hoteles llenos, los trenes ya se han marchado, llueve a gritos, y los taxis no quieren llevarlos o les cobran precios altísimos. Los cronopios no se desaniman porque creen firmemente que estas cosas les ocurren a todos, y a la hora de dormir se dicen unos a otros: "La hermosa ciudad, la hermosísima ciudad". Y sueñan toda la noche que en la ciudad hay grandes fiestas y que ellos están invitados. Al otro día se levantan contentísimos, y así es como viajan los cronopios.
Las esperanzas, sedentarias, se dejan viajar por las cosas y los hombres, y son como las estatuas que hay que ir a verlas porque ellas ni se molestan.

Julio Cortázar, Historias de cronopios y famas






Y qué escribo que no defraude a los que pisaron la ciudad cien veces. Los que pudieron regresar a descubrir rinconcitos. Los de las mil anotaciones si nosotros nos fuimos sin billete al aeropuerto y sin horario. Si tengo los pies inflamados del camino aún. La piel caliente del sol fuertetemplado. Los ojos agotados de recuerdo. Puedo decir cortinas, café y una cámara loca. Puedo decir la búsqueda. Y el delirio del sol en los jardines. El vértigo de mirar el hierro y hacia arriba. O como el Polidor y su vino se nos metió tan dentro que tuvimos que dar golpes de estado imaginarios a la literatura y la quietud del conforme. Que matar es matar, quitar de en medio. Y que no sabremos lo que la vanidad responda.
Que preferí el rincón donde una pareja escapa cada veinte segundos del objetivo que el bullicio y la postal y el museo. Y con toda la conciencia nos saltamos la Concordia y los Elíseos.
Que hoy dormí con Madrid reventando al otro lado del patio. Roja y amarilla y sus bocinas, y los chicos desnudos de cintura a la boca, Madrid cantando también tocó a su fin de madrugada. Mientras siguen las aspas de la place Blanche girando rojas. Que París era extremadamente bello, canónico y caro, mil veces nos lo advirtieron.
Pero hoy es mañana. Y yo descalza bajo. Abro el buzón. Y el Euríbor en sobre me muestra su arañazo bancario.
Y yo cómo les cuento. Si de París todo lo saben los que cien veces lo pisaron. Sólo camino delante y cuando vuelvo, un salto en cada paso, algo suave, agua caliente y freno.
Y ahora, una lista infinita casi posible de mundo por delante donde dejaremos que nos vean pasar de la mano.
Donde el menú corrido nos salga a 20 pinches pesos. Y el cielo azul le muestre el movimiento del millón incontable de astros mientras recoge imágenes.
Yo, hoy y desde aquí, levanto el vaso y brindo con la luz, y maldigo a este y a todos los fondos mundiales monetarios.


(y mientras él y yo nos desarmamos bajo la última noche en París a escasos vasos de hierbabuena, hielo y ron en una callecita de Montmartre, con bellas vistas al apagón del Sacré-Coeur, esa bella canción sonó y, por una vez, en algo musical, estuvimos de acuerdo)

26/6/08


Henry Miller, Opus pistorum, 1983



Este libro fue inédito hasta que un antiguo librero de Hollywood, Milton Luboviski, se personó en la embajada de EE UU en Paris, para declarar, bajo juramento, en qué circunstancias él mismo había encargado a Miller la redacción de lo que después sería Opus pistorum. En 1941, Luboviski, además de otros libros curiosos y especiales, empezó a vender en su librería literatura erótica, a la que se aficionaron muchos directores de cine como Billy Wilder. No debían irle muy bien las cosas a Miller cuando aceptó escribir por un dólar (menos cobro yo, tampoco soy Miller, ni podría) la página, las peripecias de la vida parisina de un probable doble suyo, quien persigue obstinadamente a la mujer y cópula perfectas.

Yo he dejado ahí el fragmento, que es como empieza el libro, porque al siguiente párrafo, este blog necesitaría de permisos para adultos. Pero se lo dedico a la gente del taller. Ahora, ahí no busquen inspiración, está sobrepasando, de lejos, la polémica frontera entre lo que es y no erotismo.
Au revoir. Me lo llevaré por si sale alguna calle o paisaje que podamos reconocer... claro.

(la foto se la he cortopegado a un fotoblog de paris muy bello: http://rayuelafotoblog.manrocker.com/index.php?s=Archivo)

24/6/08

Mientras la tormenta sorpresa, me fui quedando dormida. La casa estaba en silencio. Mi madre me llamó varias veces. Has llegado. Entra agua en tu casa. Mientras, buscamos un lugar donde dormir. Pero sólo nos bastan las ganas. Las tenemos. A veces no me doy cuenta de nada. A veces necesito un pellizco fuerte en la memoria, un café, una pausa. Una conversación de las que señalan caminos. Que el mundo estaba lleno de gente, ya me di cuenta en el primer regreso. Ahora las cruzadas. Complicarnos el horario. Hacer planes. Tener miedo. Mientras la tormenta, aroa periodista busca trabajo (por cierto). A qué pocos guiones podemos reducirnos. Cuando las cosas simples son las que calientan las manos. Estoy buscando un libro que me acerque a la vida. No quiero personajes perdidos. Busco disfrutadores con empuje. Recomienden, si conocen.

22/6/08


Es domingo y Jacques Brel de fondo pero bajito, para ir haciendo boca. Planear escaparse, norte o sur, y terminar volando hacia el barrio latino de París con un soñador de fotografías. El calor que ha llegado y los mosquitos. Tomar rumbo en una carretera, y dar la vuelta porque Amelie a las ocho. Y el reflejo. Una jarrita de buenahierba. Pongo, por fin, escenario a las ventanas de la que guarda su amor en una montaña, llena de flores. Ahora, en el periódico, mientras el fútbol absorbe las miradas, termino el último suceso y cierro la página del fin de semana.


Verano.

19/6/08

absurdo cojo

Los neurotransmisores flaquean.
Las venas pulsan las articulaciones con espinas.
El dolor nace.
Cuando el pelo hunde su raíz en el cráneo, buscando el tacto de la sangre.
Las oficinas están envenenadas de desilusiones.
Los señores de la guerra son hoy los que llevan carpetas bajo el brazo. En ellas no está ni tu nombre ni el mío escritos. Ni esta historia de amor sin barracudas cercando.
Pero no llevas oro. Al menos que lo vean. Pobres rotos diablos.
Prehistoria de los sueños. Qué quería. No recordar. Desarmar el diario de los imposibles. Entramar las aceras de los vampiros. Sustraerse de todos los horarios y las flaquezas. Comerse el sol. Indigestarse de pasiones. De sábanas y líquidos.
Qué hay del contrabando. Contratiempo.
La gitana palmea. Lleva un pañuelo largo de trenzas del deshielo.
Los señores me llaman.
Me dicen, vuelve. Eres cómoda. Plácida. Tranquila.
No te quejes, chamaca.
Y los niños, les digo. A ellos qué les queda. El veneno climático, la carrera y arriba, la luna en vacaciones. (Su carita palideció de pronto como una espera agotada).
Y entonces érase un cuento. Y un nudito. Y un velcro sujetando los zapatos a la calle. Ahora vuelvo a ser yo Barbie de día. Ahora eres tú, desnudo de noche. Si aprietas la boca se disuelve el undo en una felicidad de carreteras y puertos y nubes. Pero doy otro giro más y el corazón revienta. Y en la caja de herramientas de mi padre no hay clavo que desquite la desgana ni instrucciones que reparen lo quebrado.
Ahora sí. Se asustaron. De esta gramática coja, de este vocablo pretérito, de esta semántica tuerta de optimismo. La soledad madrileña sin otra morfología que dícese del nacido en.
Y les digo qué quieren.
Para la felicidad a mí me basta la vida.
Dejenme morir, al menos, en palabras.


17/6/08

Something stupid



Me despierta del todo la voz de Sinatra. Al otro lado del patio, sobre el ruido de una obra, suben el volumen para salvar los martillazos. Yo tengo un café y una tostada en la mesilla. Y el ordenador está encendido para no demorarme en contarles este colmo de espejismo. Esta sensación de bienestar y calidez. Las manos, qué contienen aún. Las mariposas que revolotean en la lámpara de pie. El pañuelo descansa sobre la falleba. Esta noche no estuve lejos en sueños como ayer que un secuestro y una playa de nuevo. Hoy un regalo de seda verde y con botones. Un amigo me dice que ha tenido un bebé en sus manos. Intento levantarme a darles una voz. Oigan la música. Miro la ventana y no puedo. Y muevo los brazos estúpidamente feliz sobre la cama. Así que dejo que el sonido de la radial y la pareja abran mis ojos. Despejen mis piernas. Y digan: hoy.


Ayer:

Un balcón que se rompe
y clava sus cristales
en pétalos recientes.
Alguien sueña un secuestro.
A mí lo que me pesa
es contrabando cálido.
Impecables relojes.

Y dónde la tiniebla.
Y correr con delirio.
Y no querer lo enfermo
ni tibios enredares.

Quién tapará su boca
cuando se entregue al grito.


Y un comentario de antes que me deja pensando esta mañana: : “La arena de la tormenta? Ah, sigue siendo arena, pero ya no es desierto. A veces, es peor seguir siendo tú cuando se pierde el nosotros”, Nán.

13/6/08

15,786. 897 y 8 y 9... millones de segundos


No te acuerdas.
Pero aquella noche estabas empeñado en la tormenta de arena con la que amenazaba Google.
No sé qué imaginabas, si un vendaval desértico.

Lo cierto es que salió el sol por la mañana y con asombro.
Y yo me quedé ahí,


como ahora, observando el espacio vacío que tu cuerpo dejaba en el sofá blanco.
Sentándome a escribirte en la silla que aún guarda tu temprano tacto.

11/6/08

la Maga

Me gusta mucho Sorolla. Me lo inculcó mi madre. Que sabe pintar. Cuando, algo patosa, yo volvía del colegio con cosas que hacer, para mí, imposible, ella cogía el lápiz y, abriendo y cerrando sus ojos azules, el dibujo se revelaba del papel. Me maravillaba cómo lo que en clase parecía difícil, ella lo hacía sencillo. Yo siempre cerquita. Los deberes, en la mesa de la cocina. Siempre recuerdo una vez que me explicó cómo se resolvían aquellos problemas de ‘un coche sale de barcelona a 100 kilómetros por hora, y otro de Madrid a 85 kilómetros por hora’. Una vez, los problemas también se le hicieron difíciles a ella, que es mucho más arte y más clara y que mira a la vida con ganas de resolución. Y entonces, yo empecé a suspender matemáticas. Cuántas cosas. Cómo se hace. Qué significa. Y Aroa preguntona. ¿Cómo es la m con la? Y así aprendí a leer, con ella, antes de saberlo pronunciar. Ahora, a veces, me pongo triste porque no puedo hundirme en su calor siempre que quiero. No por nada, porque ya no estamos ahí durmiéndonos juntas en el sofá mientras la televisión expone sus pasatiempos. Le he dicho que me pinte un cuadro para ponerlo encima de mi cama. Unas amapolas gigantes, deshechas por lo inmenso en la figuración, rojas, sobre un fondo naranja y amarillo. Aún no se ha puesto. Pero sé que le basta una tarde. Es maga. Sí. Mi madre es magia y eso

me lo inculcó mi padre.

El cuadro de ahí lo copiamos las dos. Yo, tal cual, pero en chapucilla. Ella, de pronto, lo convirtió en naranjas y verdes y sol derramado sobre el Mediterráneo.

10/6/08

se busca poeta

Cuánto tiempo sin ver estas imágenes. Cuánto tiempo sin escuchar a este Oliverio gritándole a la muerte. Erato me lo ha recordado. Y no he podido evitar ponerlo. Ni volverme a reír del tupé de Nacha Guevara. Ni preguntarme por qué Mario Benedetti recita en alemán el Táctica y Estrategia. Y esa cama partida. Si no sabes volar...

El lado oscuro del corazón, 1992

"No se me importa un pito que las mujeres
tengan los senos como magnolias o como pasas de higo; un cutis de durazno o de papel de lija.
Le doy una importancia igual a cero,
al hecho de que amanezcan con un aliento afrodisíaco o con un aliento insecticida.
Soy perfectamente capaz de sorportarles
una nariz que sacaría el primer premio
en una exposición de zanahorias;
¡pero eso sí! -y en esto soy irreductible- no les perdono,
bajo ningún pretexto, que no sepan volar.
Si no saben volar ¡pierden el tiempo las que pretendan seducirme!"



9/6/08

Its a long time since I drank champagne



Estoy leyendo Últimas dos horas y 58 minutos de Miguel Ángel Maya, al que yo llamé Miguel y me corrigieron, “Migue”, dijo, con acento sureño en la i. Ayer empecé con él, para conciliar el sueño temprano. Y me dieron las 3 de la mañana enganchada a su viaje. Qué gusto.
Migue vino una o dos veces al taller, al Bremen en la cuevita. Se fue muy rápido, así que apenas he tenido oportunidad de conocerle más que de ponerle cara. Pero… las cosas, tenemos por ahí un lazo.
Y recuerdo que traía boina. Y sonreía. Le tenía a la izquierda y no paraba de hablar con su paisana y amiga. Los dos, soltando esas chispitas que restan aire cuando hablan los andaluces.
Me habían dicho que el libro era Bolañudo. Yo no lo conozco tanto como para sentir la tendencia. Ni he ingerido con tanto gusto las páginas de Bolaño en Los Detectives ni en Amuleto.
Muy a tiempo para darle un respiro del polvo del camino alguien tiende la mano al lector.
Escribo y aún no le he dado la vuelta.
Les dejo por él, un ratito antes de comer. Búsquenlo. Últimas dos horas y 58 minutos, es el VI Premio de Narrativa Caja Madrid.

Y esa banda sonora.

6/6/08

ahora en la línea 2



Hace ya muchos años que dejamos de ir al Retiro a tocar la guitarrilla, a pasar la tarde entera sin hacer nada, a exaltarnos con las conversaciones y enamorarnos furtivamente al margen de las reglas de la atracción. Qué cuánto sabíamos entonces de las horas. Había tanto sueño por delante, tanto kilómetro. Ahora, que vivo a 50 metros de una boca de metro de la línea 2 y a pocos centímetros de una boca, si decimos ‘donde siempre’ si vas a ese parque, alguien se perderá. Algo hemos cambiado, supongo. Quedar para cenar es un asunto complejo. Porque siempre hay deberes, no de escuela, porque siempre hay otros planes, otras cadenas. Ayer, mientras miraba a Dani tocando, ilusionado, feliz, puro nervio y gesto corriendo por el mástil de su guitarra, pensé que estaba echando algo en falta, que luego curé en el agua. Pero aquella multitud juvenil, aquel desacuerdo injustificado, aquellas demoras de tarde de espera, cómo se extrañan. Pero es que nos faltan ya tantos en sus islas, sus ciudades, su rechazo, ya tan lejos.

3/6/08



En el vientre,
le dijo,
se hierven los futuros.

Luego sale la Luna
y la humedad temprana
le cura los zarpazos

la mueca destrozada
la escalera maldita.

El vértigo es humano
cuando nadie contesta
desde el cuarto
----------------- de al lado.

Mes a mes
le construye
con calor
en el vientre
una cuna de hambre.