31/8/07
septiembre
Regresa a los rincones del agua.
La niña del vestido gris
que nunca fue a los cumpleaños
camina de un abrazo sostenida.
Qué escenario se lo iba a contar entonces.
La niña que tenía la piel intacta
los músculos dormidos
las futuras caricias
ordenadas en cajas
y el océano
-------------aun
la que no pasó septiembre sin pintarse las manos
sin deshacer las trenzas a las cinco de la tarde
la niña
que no era
niña
sino vista cansada y sábana inoportuna
respiró ayer con ansia el aliento perdido
de la distancia rota.
Y allí
la plazoleta de la bici naranja
donde él le besó las rodillas vacías
la arena
donde un día caía la primavera
una gota de sangre de unas alas ya rotas
vio caer también los cuerpos enredados.
Mordieron los geranios de la vieja ventana.
Arrancaron cortinas de los árboles muertos.
Atrás quedaron barcos y playas y los ojos
desdentados de vida
- el sol abriéndose camino entre los huesos -
y las manos furiosas.
Carla en Paso Coyol
25/8/07
la conciencia
tambor de luna
Cádiz
20/8/07
- los sueños no respetan estaciones-
Recuerda que no fuimos más que bocas
dispuestas a dolerse
besar
.............morder
---------------------gemir
-------------------------------chillar
Vas a dejar de consumir sombra
y repartir tu alma en cada espejo.
El sentido hoy se duerme
en sótanos partidos
y la luna es fantasma que persiste.
Yo viajo hacia el norte
fatigada y herida
consumiendo cansancio
tempestades
gargantas.
Me alejo de tu vuelo
desesperadamente
apedreando el aire
preguntando al vacío
quién arrojó en el mar
tantas orillas.
16/8/07
13/8/07
Mazunte, costa pacífica
tiene muchas caras
MB
Me siento pequeña, frágil. Truena sobre la playa de Mazunte y el océano se retuerce en rugidos. Por segundos, los relámpagos recortan el perfil de la montaña sobre el mar. El agua se ilumina y lanza un quejido de olas incontrolables. Es el Pacífico enloquecido.
Resaca irrefrenable, castigo por el arrojo de luz.
‘Un mar sin olas es un mar muerto’.
Siento miedo en el agua. Intento buscar aire, pero la corriente me arrastra hacia la orilla dando vueltas y vueltas, la espuma golpea con fuerza los cuerpos.
Cansancio oceánico por la noche. Hay velas sobre la playa oaxaqueña, el agua es invisible, pero persiste en sus embestidas. Hablamos de amor bajo las palmas trenzadas del bar. Yo solamente pienso en situar los regresos, en el peligroso juego de hacer planes contigo, de recorrer el mundo desde otra orilla.
10/8/07
9/8/07
esta ciudad
Córdoba, Veracruz
Avenida 3, calle 1
3 de agosto de 2007
(No sé escribir sobre esta ciudad, al menos no desde ella)
La ciudad de mis ojos
tiene un río
atado
y las nubes
carnales
confundidas
hacen el amor
sin prisa
en silencio.
Sí, todavía
en silencio.
La ciudad es vieja
como la gente
descansada
herida.
La ciudad de mis ojos
no es mía
se va fácil
fácilmente callada
calladamente dormida.
Esta ciudad es tuya
como el infinito
como los espejos.
ahora, rumbo a Yucatán ...
2/8/07
DF, la ciudad hundida
Avda. Insurgentes 30 kilómetros
1.500 Km2 de ciudad
22 millones de habitantes
El DF es Alejandro. Es encontrarme verano tras verano con su abrazo en el aeropuerto. Es su mano haciendo todo más amable, pintando de recuerdos de niño el asfalto gris.
Despierto en casa de Ale. La altura me regala algo de frío. Es mi cumpleaños y el teléfono suena desde las 4 de la mañana, las 10 de Madrid. Abro los ojos, huele a jugo de piña. Encuentro a Ester, sus felicitaciones, su dulce mirada, su historia contenida.
Huevos rancheros. Regresan los sabores, los olores. Todo el recuerdo comienza a retomarme. Contraigo el corazón, me tensa el nervio. Pica ya la lengua y pica la piel por el smog. Ale se va a trabajar temprano. Metro de Chapultepec. Con su gorra y su americana, carga en su mochila tantas cosas... Ester bajo sus párpados esconde los recuerdos de una infancia en Chiapas, de la siesta en lo más alto y denso de la copa de los árboles.
Es el lado más dulce de la ciudad.
Por eso regreso al DF.
22 millones de historias, de tristezas, de esperanzas. México, seguro, no es esta ciudad, pero en ella se contienen infinitos Méxicos.
Alargo aún más mi camino. Cuatro horas de autobús a Córdoba. Reconozco los paisajes. Me pongo de rodillas en el asiento, necesito ahogarme en el paisaje, envolverme de su humedad selvática. Amanece Córdoba de nuevo de mi memoria. Vuelvo a comprender aquella lágrima. Me sumerjo en una de las fotografías que he revisado tantas veces estos meses. Espero a Chucho en la estación, respiro, respiro, respiro.
Tiemblo...