24/7/07

vista de Madrid de tarde desde la redacción

ahí te dejo Madrid

me voy a la ciudad de las dos lunas

y guardo este cuaderno en el bolsillo

-así vienes conmigo-

me quito las sandalias

y descalza

espero en el jardín

la sombra negra

dulce lluvia

de cenizas de la zafra

22/7/07


No nos hemos perdido
Raúl Zurita



No nos hemos perdido
hemos tenido tiernas
batallas bajo el agua
perfiles recortados por la luna
palabras camicaces
y tormenta

Hemos tocado cuerpos
arrastrados a esta orilla por las olas
hemos puesto el oído
allí donde el corazón
galopaba agitado
y sin cautela

Pero ya sólo quedo
detenida en andenes
inmóvil, despeinada
con el barro hecho cauce
entre mis piernas
con los zapatos rotos
y esta herida en la boca
que anuncia despedidas

No nos hemos perdido
porque sé de memoria
el vibrante dolor
de quien te lleva
de noche de regreso

Tú mientras has seguido
poblando de naranjas
las sábanas antiguas
robándome más tiempo
deslizando tu fiebre
debajo de mi puerta

No nos hemos perdido
y no es por suerte


19/7/07

restos



Una fruta demasiado madura.
El sabor de un café recalentado.
La píldora aferrada a la garganta.
El revuelto olor mojado de la tierra.
El cigarro que ahoga las tensiones.
La culpa que nos pesa entre los hombros.
Los recuerdos con resaca de ginebra.
El dulce olor a panes de mi madre.
La canela en polvo derramada.
Las paredes hinchadas de la boca.
La memoria inerte de la lengua.
Las rodillas borrachas de caminos.
Los kilos de caricias extraviados.
Clavículas caderas inservibles
La mano sobre el pecho amortigua el frenazo.
Una noche que busca la llave y la salida.
Un bolso con virutas de tabaco.
Un boleto en el cajón sin documentos.
La risa que se estira hasta hacer daño.
La tinta empapada que se extiende.
La mirada que aprueba el desengaño.
El olor a sopa boba del periódico.
El champú para cabellos castigados.



16/7/07

24 horas, muchos años

Hace falta que te diga...

Bolero incantable, por la hora y el desentono del coro,

de diez minutos, al menos , de duración

si lo toca Daniel

Con las gargantas llenas de polvo y de canciones, os miraba. Saltar a la comba al amanecer, tirarnos tierra, regresar. Cicatrizando algunos. Evitar los fuegos, artificiales. Se nos escapa el agua. Tenemos mil caminos, excusas para pasar juntos la noche. Se nos hace de día demasiado pronto. Puedo decir diez años. A mí me sobrecoge por la tarde encontrarte otro verano más esperando un abrazo. La cabeza en tus piernas y un beso se te escapa. Nuestra voz, viejo magnetofón que nos contiene. Las cartas en la mesa. Sabes que los puñales duelen más cuando tratan de arrancarse que al hundirlos, tú lo sabes. Yo lo callo. Que cada uno viene de un camino y está tomando otro. La sangre se me agolpa en la rodilla y ahora ni recuerdo cuándo pasé aquel golpe. Las palabras, duras por fuera, nido de abejas al morderlas. Cuántos años nos dejan mirar atrás. Por todo no hace falta la frase que sigue a este desinspirado párrafo.



Para Erru

9/7/07

5/7/07

pañuelo rojo de verano

Mediodía en la estación de un paisaje sin márgenes.
Allí donde Madrid se esconde de sus escombros. Donde juegan a no moverse los fantasmas de los aparcamientos, la sonrisa burlona de los viajeros del metro. Llevo un cuaderno y una cámara y, enredado en la funda de la cámara, el pañuelo rojo con el que te tapé los ojos. Alejo mis oídos de las paredes ajenas. Pienso en los aeropuertos. Ya puedo contar con todos mis dedos los días que me separan del regreso al Golfo de México, donde las palabras recuperarán su música y los ojos, movimiento. El sol calienta tímido la mano que escribe. La lengua quiebra una palabra entre los dientes. El poema se astilla sin paladar compañero. Tengo el tacto de tu semilla en la saliva y amargo el corazón de la garganta. El humo ya no me consuela los sentidos.

Tapé entonces tus ojos
y deslicé las manos
debajo de la herida.
No me importó la sangre
ni el cuenco de mi boca.
La memoria convulsa de esa lengua.
Tapé tus ojos grises
por no recordarme en tu mirada
de fiera que marchita lo que toca.
Deshice las palabras
una a una
y las fuimos ordenando por los cuerpos
tatuando en la piel significados
errores de la historia y del instinto.
Cambiamos los papeles
desdoblamos los rincones de la sed
y del deseo.
Hemos caído tan alto
que resulta difícil el regreso.
Y fuimos perdiendo los sentidos
(yo te tapé los ojos)
el paladar herido de recuerdo
el suave veneno estremecido.
Deshice luego el lazo
cuando había pasado tu lamento
como el lobo que pierde
de mañana a la luna.
Tal vez tapar tu cuello
dejar que la garganta
contrajera los músculos
del miedo
habría sido mejor para el olvido.
Y nos quedamos quietos.
Tú respirando el sol que nos secaba
yo encogida previendo las cenizas.