El próximo viernes, 2 de diciembre,
en la Casa de los Jacintos,
canciones y poemas,
vino y humo,
un rato de amigos,
Siguiendo el razonamiento, quizá los perros de Virginia Woolf demandaran de ella una atención constante, como ella misma hacía con los demás; atención que alternaba con la necesidad de gozar de una libertad absoluta y de soledad para poder escribir: no podía hacer nada si alguien estaba en su misma habitación, pero tampoco descansaba hasta que Leonard había regresado a casa.
Pues eso, que menos mal que el río de Madrid no da para mucho.Perros, gatos y lémures. Los escritores y sus animales. errata naturae, 2011