24/2/12

berta vías mahou, nán, malasaña y yo de fondo

Hace unos años, dos, tres, El Fotógrafo apareció en casa con un regalo que le encanta hacerme (la última vez fueron cinco de una vez): un libro. Se trataba de Los pozos de la nieve. Yo, entonces, era becaria en una editorial alemana y, para bien o para mal, había días en los que nadie se acordaba de mí en la oficina y podía dedicarme, escondida tras mi pantalla, a leer. Así leí Los pozos de la nieve, de Berta Vías Mahou y así me enamoré de su forma de escribir. Él lo había comprado porque en la primera página ponía “México” y le debió parecer que por ahí tiraría el argumento y que yo a ese escenario difícilmente me resistiría. Pero el libro, ¡ja! no va por ahí.

Un par de años después, el amigo NáN, que vigila desde su mástil mayor las calles de nuestro barrio, cierta tarde, en la librería La Independiente, empezó a hablarme de cómo había conocido a una escritora fantástica y estaba leyendo ya un segundo libro de ella que, poco después, me regaló por mi cumpleaños, en agosto, y que yo olvidé durante unas vacaciones en Palma: Venían a buscarlo a él. Recuperado el libro, seguí su lectura y supe que Berta era uno de esos escritores que saben cómo y qué hacen. En él cuenta los últimos tiempos de Albert Camus. Y se adentra, con un rigor impropio de la novela, en los kilómetros previos que pusieron fin a su vida (luego me ha encantado espiar alguna fotografía de Berta meroedeando por la casa de Camus, imagino, que documentándose)

Este comienzo lo leí muchas veces:

Decía sí, tal vez fuera no, había que remontar el tiempo a través de una memoria en sombras, nada era seguro. La memoria de los pobres está menos alimentada que la de los ricos, tiene menos puntos de referencia en el espacio, puesto que rara vez dejan el lugar donde viven, y también menos puntos de referencia en el tiempo de una vida uniforme y gris. Tienen, claro está, la memoria del corazón, que es la más segura, dicen, pero el corazón se gasta con la pena y el trabajo, olvida más rápido bajo el peso de la fatiga. El tiempo perdido sólo lo recuperan los ricos.
  
Luego el mapa se hizo chiquito, internet grande y todos acabamos tropezando por Malasaña, la que se pisa, con sus farolas, bendita calle Espíritu Santo, y la virtual, donde quedamos cuando hace tiempo que no nos vemos. Y cosas de la vida, el viernes 2 de marzo, tenemos un plan que a continuación pueden ver en forma de cartel. ¿No tienen ganas de conocer ya a esta mujer? Yo sí.

 

14/2/12

Flight 2054

a más kilómetros, peor es la gestión del sentimiento
en la ecuación de una ausencia
el tiempo es una constante

solamente el hilo musical tan indigesto
de la compañía aérea
es más absurdo que los minutos
que alguien tarda (y otro espera)
en cruzar un salón
como quien se la juega

cero-cero
.
A-5 o carretera por la que se despega de Madrid al oeste en una tarde de verano

4/2/12

Manual para coyotes

Si no puedes venir, aquí puedes hacerte con uno.