Una fortuna que no sé medir, tantos y tan grandes.
María
La mensajera
Fuera dejé una lengua gris.
Atrás se quedó el vértigo
porque hoy
llenamos el salón de trapecistas.
Los que nunca salieron
de la sábana blanca
no vengan a decir
que mi ciudad
se llena de suicidas por la noche.
No brindaremos por el halago
ni la palabra hueca.
Bienvenidos al vino
y la poesía
los amigos
de siempre
y los que hace
relativamente poco
llegaron para quedarse.
Pueden salir
y ya lo hicieron
los que tapan sus ojos
a la belleza que hay en cada acera.
Los que tuvieron miedo
y encerraron
un corazón dentro del bolso.
A ellos
yo les dije
(sin pretender que me hicieran mucho caso
y así nos fue):
Dejen que les roben
un día el corazón
en plena calle.
Los flacos de ilusiones
los que no toman aire
para seguir llorando.
Los que nunca recogieron
de la calle una silla.
Los que dentro del cuerpo
llevan siempre un enjambre
de insectos
y vinagre.
No a las apuestas millonarias.
Ni a los fastos presentadores
que un día
nos robaron
las horas de los sueños.
Quedémonos nosotros:
los que están en el verso
los que nunca leyeron un poema.
Salud. Que pasen un buen rato.
PROXIMAMENTE... el video de la presentación en cuanto sepa cómo traducirlo a algo posteable (y ya paso página al libro por aquí)