Asumo mi condición de sueño roto.
Los desempleados dudan
de la casilla del ácaro
a la del esperpento.
El butanero del Este se parece a James Dean.
Confieso que una vez amé a un hombre
serie A.
No suficiente
tiempo.
No suficiente.
Es la hora de beber de los caballos.
Su relincho de dientes. Su corazón
en vaso.
Me despidieron sin dejarme despedirme.
Y desde entonces: trámite.
Funcionarios desde entonces.
Siento pudor cuando la camarera
descubre que estoy escribiendo un poema.
Más allá. Solamente caballos negros.
Pan y aceite.
Insomnio del bebé recién nacido.
Dientes de la palabra migraña.
Aquí
debajo de mi pelo
mi cabeza es un salón de muebles heredados.
Las puertas ya no abren.
Hay un preservativo en el cajón de los cubiertos.
Una carta de hacienda entre las copas de vino.
Asumo este vital desorden.
3 comentarios:
Mi poeta.
Demasiado gris se ha vuelto este blog. Echo de menos las estrellas, o las flores o el paisaje urbano de Madrid. No te dejes invadir por la grisura.
Desordénate, para y toma aliento. Y que vuelvan los colores.
beso
Sobre la forma: el blog es gris porque me encanta esa foto...
Sobre el contenido: es un poema.
Y aprovecho para hacer una defensa del gris, ese color tan lleno de mesura que no ve las cosas ni blancas ni negras.
Y aprovecho para reivindicar lo profundo. Los caballos sonríen muy bien con todos sus dientes.
Gracias, amigas.
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