Es 15 de septiembre. Es el día del rencor y lo
quiero pasar con mi madre. Me ha invitado a cenar en una pizzería que yo he
elegido. Combi de cerveza y porción. Ella es feliz cuando no gastamos mucho
dinero. Sonríe con su boca rosa y sus ojos azules. Me hace gestos para que mire
los tatuajes del camarero. Le encanta ver la calle llena de gente más allá de
las diez de la noche. Paso este día con ella porque para eso me trajo. Me
trajo, de vuelta, sí. Para celebrar todos los 15 de septiembre conmigo. Es mi
castigo para ella, aunque esto le haga feliz. Cada 15 de septiembre me tomo el
trabajo de perdonarla. También murió mi abuela un día quince del mes nueve. Pero
eso sería dar una vuelta de tuerca muy larga.
Ha venido a buscarme por la tarde a casa en su
deportivo rojo. Se ha bajado las gafas de sol y me ha mirado de arriba abajo.
Me lo regalaste tú.
Ya hija, pero esos zapatos.
Vale.
Los 15 de septiembre ella no dice nada que pueda
tensarme. Sabe que estoy al borde del grito todo el día. Es inteligente y opta
por la suavidad y la atención.
Él no viene.
No, es el día del rencor, mamá. Soy tuya.
Prefiero un día del rencor, así, declarado, que
un año mordiéndote la lengua.
Saliendo de la pizzería, hemos pasado por la
puerta de un bar donde había una fiesta patria de inmigrantes. Se ha
tensado porque ella no contaba con eso. Se oía cantar a un triste mariachi en
medio de un corro de borrachos. Yo he suspirado y mamá me ha puesto la mano en
la cintura y me ha obligado a acelerar el paso.
No mires. Ya pasó, ha querido decirme. Pero
solamente me ha espabilado.
Al llegar a mi casa he mirado muy de cerca el
altarcito de muertos que hay en la estantería de los libros. Como si en vez de
catrinas de papel maché, dentro, tuviera peces. Frida sonríe detrás de
diminutas filigranas. Sonríe pero no respira. He pensado en hacerme mi propio
altar. Para que la que soy ahora pueda hacer su ofrenda a la que yo era.
El ventilador zumba en la penumbra del
dormitorio. Cuando entro, el perro se mueve debajo de la cama. Adivino que se está
chupando una pata, bosteza y vuelve a caer.
Mi novio está dormido en la postura del
escalador ocupando parte de mi lado del colchón. Cuando uno se va, el otro
ocupa su espacio, aunque digamos que es para probar, es pura conquista de
territorios. La sábana le llega a la cintura, tiene el pecho descubierto, las
piernas robustas y la boca relajada. Me he acoplado a su espalda. Es suave. He
cerrado los ojos.
He soñado que él era el otro hombre.
*
Le toco las yemas de los dedos. Con cada
dedo, una yema.
Es lo más erótico que hemos hecho juntos.
Lo más lejos que hemos estado.
*
Hoy es
16 de septiembre, laboral, y puedo asegurar que el rencor deja resaca. Aunque
no es especial, a la vez que yo era despedida del que prometía ser un trabajo
perfecto (nunca lo fue), moría el líder de la izquierda antigua de mi país. El
que llevaba peluquín y un nombre falso entonces. Al que agarré del brazo y
atravesamos juntos el hall de un teatro del centro para que recitase algún
verso. La presidenta de la región también ha muerto, bueno, ha abandonado su
cargo. Podría habernos ahorrado terrores si lo hubiera hecho antes. El
periódico dice que Gardel era francés. Definitivamente, el mundo, fuera de la
gris oficina estaba siguiendo. A su aire.
12 comentarios:
Buenísimo, Aroa, buenísimo. Qué bueno. Cojonudo. Gracias. Un beso.
huy gracias Jesús!
Lo del altarcito no me parece mala idea para exorcizar rencores. A mí también me gustó mucho.
Abrazos
Y sí.
Vengan más textos, Aroíña.
Un beso muy grande.
Quizá seas la jefa de filas del Movimiento Anacronista. Y no te habías enterado.
Mi madre (la de verdad, no la del rencor) me decía: hija, si hubieras nacido años antes, te iría mejor. Estás desubicada en los ochenta, en los noventa ...-y así sigue. Si algo es el movimiento anacronista es un movimiento de futuros.
anacronismo.
(Del gr. ἀναχρονισμός).
1. m. Error que consiste en suponer acaecido un hecho antes o después del tiempo en que sucedió, y, por ext., incongruencia que resulta de presentar algo como propio de una época a la que no corresponde.
2. m. Persona o cosa anacrónicas.
Beso, Fer también.
Gozo leyéndote.
Imagino por donde pasas, Aroa, brillante estrella sin tiempo.
Besos
Gracias, Virgi. Abrazozote. Yo también leo por dónde vuelas tú.
El otro día llegué y busqué tu libro en casa y pensé en ojearlo solo pero al final me lo terminé, así que el libro protagonista de ese día quedó relegado. Creo que no hace falta decir más.
Hola Libertad, bienvenida a esta ventana. Ahora voy a asomarme a la tuya. Qué bonito eso que dices de los lápices nuevos.
Beso!
Venti-Siete del Agosto, Dos Mil Trece
No esta mal comparado con -lo que solemos leer: Pura tonteria!!
La sinceridad es importante "sacarla del frasco igualmente... aligera "a dos pies -la maldita VERDAD de Muchos?as, mas bien a pies juntos que los que se -miran por si mismos...
Me gusto el De te Acuerdad, pues muchas veces yo no me acuerdo de nada sobretodo "si no vale LA PENA!!
Yo misma como siempre!!
Feliz Fin de VeraNo!!
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