28/4/11

Las espinas de la verdad las tienen pocos asidas por la mano.
Un hombre, raya al lado, matiz de boca enjuta
exige mi mañana. Aberración del sentido
y la marea
es tan corta para dejarse ir.
Cabalgamos motor y horario
cada día. Y nos creemos fuertes en la pócima
que otros
para ese cuerpo
destilaron.

Qué maligna cordura es pagar una casa, atarse al aire
de esta ciudad sombría, comprar carne, tragar facturas.

10 comentarios:

Lara dijo...

Algo tiene mi navegador contra este texto hermoso. Tercera vez que intento publicar comentario y a ver si esta vez no me niega el derecho.

Decía (ya no sé qué dije las otras veces en realidad) que esa maligna cordura trae unos versos hermosos a tu mano. Que te leo batallando desde hace muchos meses la misma ansiedad, y cuando pase la gran nube (del tiempo tan ordenado) mirarás estas palabras y todas las de este rato de fichar horas ajenas y verás que la rabia fue fructífera.

También decía que yo vivo de alquiler y me siento igual que tú, si te sirve de consuelo... Arg.

Un beso, Ar.

Lara dijo...

(ahora sí, por fin)

NáN dijo...

Con esa manía que me ha entrado de llegar tarde, o el día que no era, no te pude escuchar. Y poemas como este, poslapicianos, son para oírtelos. Esto, ya lo arreglaremos: hay que sacarlos de casa (con la correa de Valentín, si los tememos peligrosos).

Hay que ensanchar las mareas y no tener más cuerda con el aire que la de cometas artesanas.

AROAMD dijo...

que salgan libres
y se tomen mezcalitos

Anónimo dijo...

Vayámonos al mar.

AROAMD dijo...

moooooo
dime cuándo cuándo cuándo?

david dijo...

Nuestros nietos escucharán las historias de cómo sus antepasados luchaban contra un dragón maligno y perverso, que devoraba familias, escupía fuego y respondía por el nombre de Euribor.

Ya veréis, ya veréis.

AROAMD dijo...

Daviiiid: Aprende a separar nuestra vida de los poemas... que yo en verso mucho lirili pero luego ná.

Jesús Miramón dijo...

La marea es corta pero tu poema la convierte en un buen lugar para ir y volver.

Gemma dijo...

Esta fotografía de los adoquines verdes de rabia (a punto de estallar por los aires), junto a tu poema, son toda una premonición.
Besos, Aroa