9/9/10

sombra



Nadie la vio

quedarse sola.

Incidir en la luz.


El hombre no llegaba.


Solo la tarde ruge

y su cuchillo

detrás de los salones. Afuera un perro,

los dos hijos que juegan.

El olor repartido entre las bestias.

Otra sola de tantas

que no gritan.

El fuego y la muñeca.

Por encima del mundo

yo la amaba. Hoja seca del árbol

de la ética.


Para escribir poesía,

esperé la catástrofe.

Para seguir viviendo,

esperé la poesía.


Aprenderé a dormir con su fantasma.


5 comentarios:

Lara dijo...

bra-vo.

Gemma dijo...

Para escribir poesía,

esperé la catástrofe.

Para seguir viviendo,

esperé la poesía


¡Qué grande!
Un abrazo de tamaño similar

virgi dijo...

La poesía te habita, te espera, la esperas.

Besos

NáN dijo...

Solo la tarde ruge, pero hay que estar ahí para sobrevivir y contarlo.

david dijo...

Mañana vuelve un hombre.

¡No lo recibas con cuchillos, que es un cobardica!

(Eres tan, escribiendo... me voy maravillado a la azotea de esto)