Mientras
yo duermo
una hormiga más consigue traspasar el infalible hermetismo de la ventana con la que un ucraniano, hace ahora un año, decidió limitar mi casa contra el mundo y
un hmbre
en el pasaje invisible y subterráneo
bajo el Banco de España
orina sus cartones.
Mientras yo duermo, una mujer levanta los dos brazos al Sol como pidiendo agua a diez mil kilómetros en cualquier dirección de esta mesa donde un vaso y dos pasos me separan del grifo.
El trozo de madera no contesta, pero sabes imaginar que te dice: calma, ya llegarán tiempos mejores, ponme la otra mejilla, perdona al enemigo y sufre un rato. Mientras
yo
duermo
un limón pierde la vida sin más en la cocina de una casa de la costa oeste
de un país que aun no he visitado y una frágil aeronave aterriza en el Golfo de México y los pasajeros aplauden allí mismo donde yo regresaba y dos amigos, sin aviso, llegaron a esperarme.
Mientras, a la sala de urgencia de un hospital privado llega una madre a punto de estallar de decir: este es mi hijo, lo gestamos una noche de Luna y sin conciencia tiene mi boca se comerá el mundo y se llamará así porque nos da la gana, pero se queda a punto y
sin embargo
solamente será bautizado. En el nombre de otro, entre el murmullo hueco, será bautizado.
Y, a la vez que la vida, el rostro incendiado de uno que ya estuvo que ya erró y amó a una mujer o no
porque es el amor igual en todas partes pero algo como el amor puede entenderse tan distinto,
viaja por el río haciéndose ceniza.
Ahí todos iguales.
Esta es la lucha:
leve:
diagnosticable enfermedad de nuestro tiempo:
el desbloqueo
de la ventana.
Un día contaré la historia de Cecilia, la niñita cordobesa que aparece en la fotografía en 2005 aún con el lanugo y que, pobablemente, ya sepa decir su nombre.
4 comentarios:
qué conciencia mientras duermes
escalofriante
La niña ya mira con interés. Ahora dormirá. Y mientras duerme tú piensas en ella.
Y todo eso teniendo ventana.
Imagínate si no.
(besos)
Cuantas cosas infinitas.
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