28/6/07

camino azul


La Luna
desliza mujeres
bajo tu cama
mujeres cóncavas
que no dan lugar al azul
en la incapacidad de tus días.

Yo respiro en palabras
que brotan
como la yerba
de mí.

.
Sólo un camino así lleva a mi casa.
También existe de noche
y allí
una luz verde
pervierte el silencio.

Cuando vengas
no digas mi nombre
mientras caminas
para que no lo respiren
ni lo arruguen

esas

que discuten
acerca del camino que recorren los trenes.

Si mi tierra se rebela en flores
sólo tendrás que olerlas
u odiarlas.

No sería la primera vez.

24/6/07

Domingo en el Líbano

Estoy en el periódico. Espero noticias. Pienso que este trabajo te hace resistible a las desgracias, a las terribles nuevas. Cuatro, cinco, no se sabe aún, soldados españoles han muerto en Líbano hoy. Inevitablemente la página de internacional rellena sus rincones. Tenemos fotos de agencia, mejor. Llegas del fin de semana, de cruzar las calles, de recordarle, inevitablemente, de nuevo, en un semáforo de la Ronda de Valencia, de sentarte con tus amigos en una terraza y destripar sentimientos, de ir al teatro a ver una obra que no deja en ti un poso amargo ni dulce, entras a la redacción en domingo y una parte de ti, que no reconoces, se alegra ante los sucesos. Y los tratas como fuentes de texto, como titulares que no encajan o sí en el hueco. A veces esta profesión, creo, que te hace de un material demasiado impermeable a lo que la historia esconde.

Titular: Al menos cinco soldados españoles muertos en un ataque en Líbano

Revienta Beirut

los caminos se llenan de cicatrices eternas

las lágrimas

como gotas de lluvia en el cristal infantil

atraviesan pantallas y planas de diario.

De tus ojos agua infinita corro a beber.

Atravieso infernal la ciudad

esta lámina ardiendo que pisamos.

No te encuentro esperando a los pies del volcán.

Te imagino escapando de las mil y una noches.

No sé cómo corres.

Una nube naranja aletea entre el humo.

Lanzas piedras a la ventana de mi silencio.

Han herido la vida desde toda la muerte

y no hay guerra

que explique tu vacío en mi cama.

19/6/07

Café Comercial. Metro Bilbao.

A veces me pregunto
cómo sería sin tí mi poesía.

Jaime Gil de Biedma

Son las 12. Llego una hora antes. Por fin ha salido el sol y yo me sumerjo en las entrañas de Madrid. Sol, Gran Vía, Tribunal, Bilbao (casi como en la canción). Es martes. El mundo se sigue escribiendo los martes, pienso. Tres libros en el bolso naranja, un cuaderno nuevo, un bolígrafo. Me sentaré junto a las ventanas, tomaré un café tranquila y repasaré el discurso. Tengo una hora hasta que él llegue. Desde fuera del café y al llegar, junto al cristal, pirueta de la vida, veo a Niall, algo culpable en origen de esta cita, que trabaja un recital para la tarde. Le saludo, me sonrío y entro. Nos sentamos y damos vueltas sobre los tres años que han pasado desde entonces. Qué casualidad. Qué haces aquí. Tomas algo. Renuncio al repaso en soledad de la entrevista. Pero el tiempo pasa rápido. Cuarenta y cinco minutos. Y aparece Luis García Montero. Tranquilo. Con resaca y pocas horas de sueño, nos cuenta. Nos presentamos. Cambiamos de mesa.
Dos refrescos y un café. Estamos los tres. Ahora somos nosotras y él. Algunas preguntas. Sonríe al leer la propuesta enmarañada escrita la noche antes entre diálogos y sueño. Nos habla de sus clases en Granada, de García Lorca, de Almudena Grandes, su mujer, sus paseos, su vida. Nos habla de las noches y las copas con los amigos. De Prados, Benítez Reyes, nos habla de Sabina y la nube negra y las dos controlamos la mueca. “Una cafetería donde no se puede fumar es una majadería”, dice. Pero el oxígeno bien vale los encuentros que me ha regalado esta mañana. Es del Madrid, hay poetas socios del fútbol. Hay silencios. Busco ese matiz de sus ojos que es capaz de descifrar el mundo. Encontrarte delante de alguien que te ha acompañado a tantos viajes en forma de páginas repletas de versos, impresiona. La admiración, irremediablemente, a pesar de su normalidad, me fascina. Nos va ayudar. Viajaremos con él. Encontraremos las imágenes. Gracias, nos decimos. El proyecto nace. Y él se marcha.
Las dos sonreímos. Es el principio. Y regresamos con nuestros, con sus libros, al trabajo. Yo al periódico. Charo a su lenguaje.

12/6/07

fragmentos de mi abuelo

Hace unas semanas, paseaba nocturna con un amigo por una ciudad crecida. En el suelo había restos de botellas. Él, no sé por qué y de pronto, en aquel escenario de fiesta y sobre el eco de los conciertos, me preguntó por qué me gustaba la poesía… me dijo más bien – oye Jar, a ti esto de la poesía, alguien te lo ha tenido que meter…

G.M.R. Santa Olalla 1921 - Madrid 1999

Poema "Loco o cuerdo", 1963

15 años. Guerra Civil. Alistado en el ejército republicano. 1939. Preso político. Aprendió a escribir en la cárcel. Condenado después a trabajos forzados en la construcción de el Valle de los Caídos. Exiliado en Francia bajo el falso nombre de Juan Rey. Cruzó la frontera de regreso caminando.


Poema "He visto", escrito mucho tiempo después. 1979


Por inventarse canciones para nosotros, sentarme bajo el humo azul de su cigarro en las tardes de visita los domingos y leerme estos poemas. Por saberse todos los tangos de Gardel y cuidar a un gorrión herido. Por llevarse su historia y dejar solamente entrever a la persona. El silencio.


1987



6/6/07


... la ventaja de ser tantos
es que siempre hay alguien más...

A
Concierto de Julián y la Bandada.
Clamores, Madrid.


5/6/07


Quince años después. Nos fuimos a Getafe. Allí donde una madrugada el abuelo quiso abrir los grifos sin tocar la llave. Donde yo dibujaba los mapas de costas que años más tarde pude ver de cerca. Mis lápices nunca estaban ordenados, porque nunca supe no salirme de la raya negra. Donde mi familia ha perdido ya algunos sueños y yo sigo dando rodeos en una bicicleta verde. Nos fuimos para esconder el alcohol en la mochila y entrar en los conciertos. Hay historias que no se escriben con canela y azúcar. Hay recuerdos que son trozo de carne atrapado en los dientes, vendaval que le trajo sus recuerdos al buitre. La noche llega tarde. El sur de Madrid genera historias y muerde los caminos, acorta el recorrido. Allí vivía en una calle frontera. Mi padre repartía en semáforos un cuento infinito y de mañana camino del colegio. Tenía diez años. Por las noches, jugábamos al escondite entre los breves jardines hasta las doce. En aquel ascensor me sorprendieron con la primera caricia indefinida, miré desde el balcón el primer eclipse de sol a través del cristal marrón de una mahou rota. Los disfraces, la ventana, las tareas del verano, el olor de la hierba que cortaban de tarde. La papelería, el mercado, el kiosco. Regresar de vacaciones. Donde todo terminaba había una fábrica. Allí fundían metal toda la noche. Su fuego fue el primero de los miedos inexplicables que aun arrastro. En aquel triste campo, construimos una casa subterránea, exploramos los escombros de todos los residuos del cinturón de la ciudad. Allí donde ahora hay un centro comercial y una boca de metro, yo salté con un palo de montaña a montaña. Allí donde pusimos un viejo colchón entre paredes de arena, hoy firma discos un cantante famoso. Donde hoy hay un puente antes había un camino de tierra, y a mi madre y a mí nos dio el viento en la cara una mañana camino al autobús, nos empapó la lluvia.

1 de junio. Y ahora salgo a otro jardín, ordenado y perfecto, y me visitan, de allí y de entonces, los fantasmas, y la verdad, prefiero ni escucharlos.

1/6/07

mariposas

Estiras mi pelo sobre el colchón
desde su santuario
todas las mariposas del mundo
emprenden su vuelo
hacia mi vientre.

La lluvia arranca las estrellas.
Divergen los caminos.
La ciudad despide nuestros cuerpos
rumbo a puerto.

Me deshago del corazón
en una papelera de la central
ahí se queda llorando
en su coraza de seda.

La guitarra cubre mi cuerpo.
Su madera estriada
bebe de este amor veneno.
Su orificio absorbe mis lágrimas
que saldrán disparadas
con el primer acorde.

El humo rodea tu cama
baila
en una sinfonía chiapaneca.

Un semen de palabras
resbala
de tu boca a tus rodillas.

Mi mirada fértil
llora al viento.
Nace un universo
hijo nuestro.


(Imagen Sobre un cuadro de Escher)

Existe un lugar, en el bosque de Michoacán, Sierra Madre de México, donde miles de mariposas monarca, llevadas por el viento del norte, se reúnen en otoño tras un viaje hacia el sur de más de 4000 kilómetros. La razón de que esta mariposa deba realizar semejante migración está en que la maduración sexual sólo es alcanzada con el calor primaveral. Entonces, en su santuario, únicamente se puede escuchar el ensordecedor batir de sus alas.
.


Fotografías: Sandra Soler