25/11/08

iremos en enero...

Tal vez les apetezca. Como a mí me pasó hace tiempo. Yo les invito. Por si acaso. A recorrer Madrid. Planito en mano. Y buscar qué nos queda. De la guerra. Sus huellas. Miren aquí, así estaba. Yo les mostraré una foto de entonces. Señalaré los rebotes de metralla que salpican todos los edificios. No sé si les parezca buen plan para un sábado de invierno por la tarde. Los que leyeron México, pueden leer ahora la guerra. Previo paseo, claro. Descansamos después. Hay un agujero que una bomba formó en Ciudad Universitaria. Tiene un diámetro de, al menos, cuatro metros. Y profundo. ¿Quieren verlo? ¿Hacemos la excursión? Yo me los llevo. Díganme. Investigo los pasos. Y les espero. (Oigan, no es metáfora... ¡vamos!)




Este vídeo lo rescato del baúl de los recuerdos para propiciar las ganas. Tenía la música de El Quinto regimiento entonces, pero el polvo se ha acumulado sobre él y la canción no quiere sonar. Lo apañé después con un Sabina postguerriano. Pero, si bajan el volumen al vídeo de youtube y le dan al play del audio, será de nuevo como fue. Lo montó Sandra en 2003, cuando no había tanto vídeo internético por ahí reproducciéndose.

21/11/08

bibiana (fdez) y yo


Como en la canción, soy consciente de la hora, siempre, a las cuatro y diez. No les sucede que siempre miran el reloj a la misma hora. Lo mío se explica. Después de comer y deshacerme de la pereza que me da ir a trabajar otro día más, me sumerjo en el garage, siembre después de haber mirado de reojo la tienda ‘Sinvergüenza’: un sex shop de artículos de lujo y sin neón que me han puesto al lado de casa (venden una capa como la de Ramonchu de Nochevieja). Me agarro al volante y doy tres vueltas de campana para salir del aparcamiento. Le digo que no al vendedor de kleenex de Conde-Duque con Alberto Aguilera, que es un hombre sonriente, y todos los días me acuerdo de aquel otro flaco que los vendía a “cinco durillos, valegrasia” en la glorieta de la Plaza Elíptica cuando era pequeña y al que, niña mala, imitaba en bajito desde el asiento de atrás. Ahí miro la hora. Luego atravieso ese píloro en forma de calle convirtiéndose en autopista que es Moncloa. Un gigante cartel de ING Direct le da a todo un extraño y cálido resplandor naranja. Parece un cuarto de estar en hora de siesta. Y enciendo la radio y me asomo a la ventana. A la de Nierga, Boris, Cansado y otras voces faranduleras. Siempre están alegres y pienso, todos los días, que la gemma tiene un tono de voz de sonrisa permanente, como las mujeres de las radiofórmulas. Es estupenda. Así sucedió que el otro día me enamoré de Bibiana Fernández y su gracejo sureño. No quería salir del coche cuando llegué al periódico, estaba entretenidísima. Y conocí a personajes de su vida: el señor cara de perro, el dueño del Niágara, un local de alterne de Barcelona. O supe que nació en Tánger. Que su padre era taxista. Y que estaba divorciado de su madre. Que una vez pasó la Nochebuena en el taxi con él y que, muchos días, siendo ya él el último taxista español allí, después de que Tanger dejase de ser internacional (nota mental que me hice: checa dato) tenía de clientes a todas las mujeres que se dedicaban a las barras americanas en aquella ciudad de niebla. Y él y la niña, Bibianita, que entonces, según contó, ya era una mística, iban a buscarlas cuando echaban el cierre, con el sol ya doliendo. Qué para qué cuento esto. Me pareció tan fantástica la historia de esta mujer, que lo he querido sacar para no terminar escribiendo algo más largo. Igual le gustaría que escribiera su biografía. Aroa, qué estás diciendo. O qué.

17/11/08



Quién será la que manche
las ficciones
de insensatas palabras.
Cuando el hombre
ya ha hecho
de sí mismo
un demonio
y un ángel.

13/11/08

Yo soy la triste hija
de todas las revoluciones
de la historia.
Tengo un Marx anidando
aquí en el pecho
entre mi corazón
y las conquistas.
Me silba la salida
de mi tiempo
en los fríos andenes.
Si no llego no soy.
Levanto el puño en alto
y vuela Lenin
gritando por el cielo
abierto y franco
que no puedo claudicar
en mi contienda.
En la cabeza llevo
prendida sobre el pelo
una estrella
de cinco puntas rojas.
Me pregunta qué hago
sin disparar el arma.
Y aquí lo más pesado
( y en la nuca )
cuchillo como culpa
los siglos de mortal catolicismo
abriéndome conciencia
de pecadora nata.
De cielos y de infiernos
me cuenta beneficios.
Calmaré todo el nervio
y me ataré las manos
para evitar que esto
termine en sangriento
parricidio.
fotograma de Goodbye Lenin

12/11/08



Hace tiempo que lo único que quiero contar es ese verdín que está saliendo en el patio. En la zanja que conserva la lluvia durante días. Esquinas donde crece húmedo el musgo. Que ojalá un niño, con sus pequeños dedos, lo arranque para hacer un belén. Lo rojizo de las hojas, lo amarillo de las hojas que en verano, mustias, detenían mi paso.


10/11/08

www

Los amigos que no veo
me visitan
en una página web
donde resumen
sus vidas.
No hay hora del café.
Jorge ha colgado una foto.
María ha cambiado su perfil.
Felipe con su hija que no vi en Villahermosa.
Carlo se apuntó al grupo
amigos
del trabajo.
Nuestro bar es una mesa plana
que no huele ni aúlla si hace frío
donde, quiero desengañarme,
no siento que riamos
a voces
ni que nos pasemos las manos por la boca.
No hay nudos de tensión entre los cuerpos.
No responde si pregunto
donde fue que hablamos todo aquello.
Pero veo una fotografía
que yo hice
y me deja colgada una mañana entera
ubicando.
La red se está quedando
-pegados como moscas-
mis futuros recuerdos.




2003, por mucho que digan los números rojos

6/11/08

centinela

Dentro de esta casa que todos llaman útero
Cristina Peri-Rossi


No es fácil reconocer que soy yo la que camina por la callecita Dos de Mayo. Una niña observa el mordisco de un perro en el cuello de otro. Le falta aplaudir pero me da la mano. Se equivoca de madre. Dicen los periódicos que el mundo ha dado otra vuelta. La crisis económica es engullida por el nuevo huracán de cinco columnas en blanco y negro. Me han dicho que podrías llegar de madrugada y que no recordarás cómo el tren abrió los ojos. Yo sentiré hormigas en el vientre y hundiré todos los cuchillos de la casa debajo del colchón. Si es necesario. Mantendré encendida la ventana
entre
los
pisos.
Adivinarás mi nervio. Mi vocación de colmena. Verás que hay una cama anudada en el cielo. Que escondí todos los recibos. Los números rojos. Que hay una maleta en mi pasillo que sabe que no va a ninguna parte.

3/11/08

Instrucciones de lunes frío

Sírvase una copa de vino dulce.
Deje caer el bolso sobre el suelo.
Deje que todo caiga
lo que la lluvia de noviembre recogió
de sus hombros. No es fácil
le advierto
si recuerda
que tan sólo ha terminado una jornada:
el trabajo.
No recuerde los restos
de la cena de ayer abandonados
la mermelada roja
donde anida una hormiga.
Olvídese del mundo.
Del hombre que doblado le estiró del abrigo.
De la mujer que cuenta cómo perdió una casa.
Y abra la botella.
Elija un rincón donde haya poca luz.
No se moleste en espantar las sombras.
Alguna melodía,
sonidos de gramófono antiguo.
Tal vez un fado, Gardel, una canción francesa.
Por supuesto, no escuche la letra.
Ni atienda a melodías. Su cerebro
está blanco.
Olvide las denuncias, las mentiras, las reuniones, la falsa
sonrisa de cristal de despacho.
Cierre los ojos. Le dije, no era fácil.
Permanezca inmóvil.
Cuando la noche le devuelva el aliento,
llene la bañera.
Mucha espuma. No
coja ningún libro. Tal vez
un cigarrillo pero sólo
si no va a preocuparse de cenizas
de humedades.
Sumerja la cabeza.
Escuche la oquedad de los vecinos de
abajo
la niña patalea en ruido sordo.
Mantenga la cabeza sumergida. Deje
que emerja a flotar alguna parte
del cuerpo
que roce los vapores.
Y cuando salga, el agua caerá como riachuelos
pierna abajo, sienta
las cosquillas del agua.
Cene algún fruto.
Mastique la hinchazón,
Reviente pulpa dulce.
Y duérmase tranquilo:
el lunes ha pasado.

(si elige el ritual en modo: 'en compañía', algunas instrucciones se verán alteradas)

(la fotillo es de davidruiz y... salud!)