30/9/08
27/9/08
Estuve en una sala de teatro alternativo. Vi la obra 'Años 90'. De todo el texto rescato esto porque me impactó la imagen que está en negrita.
Yo no trabajé por el mundo
Porque sabía lo que pasaba
Sabía que todo era un robo
Trabajé por el fin del mundo
Sabiendo que el cielo se pondrá verde
Todo será horrible
Olerá mal
En el cielo aparecerán las imágenes
De Vietnam de Armenia de Ruanda
De Angola de Irak de Corea de España
No hay ningún país que no evoque una catástrofe
Decir el nombre de cualquier país
Es decir el nombre de una catástrofe
El día del fin del mundo
Será mejor que cualquier ruina
Que cualquier pintura
Que cualquier verso
De tanto explicar el fin del mundo
El hombre es parte del fin del mundo
Y es el fin del mundo
25/9/08
bajo el volcán
Él nos escucha mientras leemos con la mirada ligeramente levantada hacia arriba, intenta no sucumbir al humo que se respira entre los papeles. Si me ve despistada, yo vuelvo al cuento. Sé lo que nos cuesta convencernos de que el silencio no es malo que, a veces, entre dos que están, no hacen falta demasiadas palabras, cuando las cosas quedan suspendidas entre los ojos. Primero pensé que era un profesor de literatura, invención de otro, y lo creí. Luego faltó a la primera cita, cuando su cara era una de aquellas a las que yo más quería poner gesto. Luego hubo palabras y más palabras. Y antes, una forma de entender del que sabe. Que lo humano no se lo quitan a uno los años. Ni la risa, ni las ganas. Que a veces me cuesta mucho regreso al cielo saber qué decirle cuando escribe. Y a veces, es verdad que las mejores vacaciones son las que se tienen en la calle de al lado, con esas vistas al jardín verde que se apropia desde la terraza, saltando el muro, donde los dos árboles enamorados cayeron juntos, uno detrás de otro. Y aquel tequila que, mano a mano, se echaron cuando en la casa solamente había vasos de plástico. Aquellas historias que nos bebimos de a poquito. Que nos vamos bebiendo. Yo las suyas, él las mías. Todos las nuestras. Saber que queda camino para dentro. Por mi parte, aunque en silencio, laralá, ya lo andaremos, a mezcalitos, despacio. Si en Malasaña hubiera un volcán, los dos viviríamos tranquilos bajo su inquietante sombra.
22/9/08

19/9/08
Las camisas
colgadas en la cuerda, me señalan.
Las estrellas perforan el aliento
más frío de la noche.
El que no entra en la casa como una lengua loca
es un niño cobarde que no muerde la carne
sin permiso.
Hay un tren con su ruido dentro de cada cuerpo.
Y unos ojos que hambrientos
se devoran
dejando en las esquinas
sus remolinos verdes
de manzana.
La ciudad en septiembre es una espera absurda.
17/9/08
¿por qué me llamo Aroa? O cómo la gente llega a este blog buscando a los Chunguitos

Luego descubrí que hay una zona de Venezuela que se llama como yo (oh! Esto es mejor para soltárselo a ciertos sujetos… estupendo). Un valle, una sierra, un río e incluso una playa se llama Boca de Aroa, por donde pasó Dani cuando allí anduvo y miró desde el autobús para darme el primer testimonio de cómo era.
Luego, que si del germánico antiguo significa noble, buena gente (claro) … a ver, pero no hila con que yo me llame así…
Pero, lo mejor llegó más tarde. Una noche de los 14 años, andaba yo viendo la televisión. Sorpresa, sorpresa, y ahí va Isabel Gemio y se acerca a una Muchachilla y le dice: Me han contado que estás muy triste porque no tienes una canción con tu nombre. Anda, y yo, pensé. Y la niña: siii. Y yo: aquesellamaaroa, aquesellamaaroa… Y la Gemio, contoneando el micro como ella hacía: cómo te llamas, y la niña: A-ro-a.
Y entonces allí, sobre el escenario, aparecieron ellos, Los Chunguitos y cantaron.
La otra parte de la historia es que cuando era pequeña, mis padres acostumbraban a ir a un videoclub llamado ‘López’ en Usera. Mi madre recuerda haber visto allí algunas veces a Los Chunguitos y sostiene la teoría de que esa Chaborrilla, hija de un chungo, le debe el nombre, ya que probablemente su padre se lo escuchara a los míos, en los pasillos de aquel videoclub: aroa, no cojas películas, aroa no corras, aroa, …
16/9/08
dónde
10/9/08
La semana pasada vi caras tristes. El nervio. El periódico redujo su tirada, las manos que lo ciñen a las páginas. Nadie salió con cajas por la puerta como en las películas, porque nadie nunca tuvo nada. No hubo plantas, ni fotos familiares sonriendo. La asunción de estar de paso por sus mesas blancas. Qué hacemos los que nos quedamos además de callar. Esperar que esto expire. Esperar las semanas de otra forma. Su caída. Sin duelo.
3/9/08
mamá, cuando la vida era en blanco y negro...
Yo vivo por aquí, pero años después