El tren de la una de la madrugada destrozó los finales de mis películas adolescentes. Las noches de verano, con la ventana abierta y el aire de la sierra en el salón, las ciudades dormitorio allá en el horizonte, y su traqueteo detonador. Haciendo retumbar las paredes, los quicios. Justo en el instante en que el protagonista declaraba su amor a la rubia o el asesino confesaba su crimen, la locomotora silbaba un rugido de aviso a las barreras de la estación. Mi bisabuelo era ferroviario, mi madre me lo cuenta, de una pequeña estación extremeña, y conseguía naranjas valencianas en el extraperlo. Allí donde paseamos hace un año, caminaba yo buscando qué. Donde los higos se pasaban en el quicio de la ventana. Al sol. Mi primer juguete fue un tren de latón. Yo pensaba que era el de Barrio Sésamo, con todos aquellos niños embufandados asomados. Pero no. Era mucho mejor. Aquí lo tengo, junto a mí, le faltan ruedas y la campana. Los dos recordamos su chirriante camino por las baldosas del bajo. Haciendo cabriolas espontáneas. El antiguo dueño de mi casa era un obseso de los trenes. Cuando la vi por primera vez, tenía todas las estanterías llenas de locomotoras y vagones antiguos. Cajas de vías y maquetas por todas partes.
Los trenes tienen algo melancólico e inspirador y yo hace mucho tiempo que no tomo ninguno.
Los trenes tienen algo melancólico e inspirador y yo hace mucho tiempo que no tomo ninguno.
Yo buscando qué hace un año en la estación de mis bisabuelos. La 'impronta' que diría Miguel de la foto acusa a su autor.
11 comentarios:
GRan foto
Gracias por el recuerdo de las noches de verano, en esta tarde invernal.
Tienen su algo los viajes en tren. A mí, que viajo por placer y no por obligación, últimamente me llevan y me traen a lugares veraniegos donde la felicidad es posible. A veces es necesario y cómodo dejarse llevar, mirar por la ventanilla y ver el paisaje, escuchar música y convocar las ilusiones y las esperanzas en poemas antes de alcanzar el destino marcado en el billete.
besote
Varias cosas para comentarte: mi bisabuelo asturiano cuando llegó de España se hizo ferroviario. Un buen día tomó su tren como siempre, pero nunca regresó...
Siempre me pregunté cómo sería vivir cerca de las vías, supongo que uno termina acostumbrándose, como a todo.
La foto tiene algo, no sé como decirlo, se me viene a la cabeza la imagen de la electricidad...me parece fantástica. Eso es, fantástica. Y el texto ya ves, todo lo que me produjo: sensaciones visuales y aditivas. Es excelente.
Hace falta decirte que amo los trenes y que le regalé uno a mi hija en cuanto pude hacerlo? Con vías y estaciones...
Un beso
Si no supiese que ya la conoces y que hasta la has escuchado en vivo te diría que
http://www.goear.com/listen.php?v=ec8176b
Hay algo fascinante en los trenes, esas máquinas de viaje, o sea de libertad, atadas a sus raíles.
Y en esa estación de la foto hay algún brillo gris que me hace querer advertirte ¡cuidado con los gatitos ronroneantes!, ja ja.
bueno, le comentaré al fotógrafo, laura, lo de la foto: eh tú, el de arriba, que dicen que gran foto!
los gatyitos era tigres de bengala en quijotesca cabecita!!!! jum!
Viaje a por placer y por placer siempre ETDN-illa!
besos pequeña wera
Marcelo: jo! qué historia la de tu abuelo. Anda por tu blog contada? Me gustan los abuelos de esa época, como los míos. Me gustan las historias de entonces. Yo me acostumbré a vivir cerca de las vías, nunca me despertaba el tren, ni siquiera me daba cuenta, solo en ese momento que cuento, que el muy 'afortunado' en verano se acargaba el climax de las pelis.
Gracias a todos por pasar por aquí!!!!
ay ay pequeña jarecilla
deja tu coche ya y toma un tren a cualquier parte que no hay nada como un viaje en ellos para pensar, recordar y empaparse de todo (que te voy a decir yo...si hasta los cercanías a mí...)
un beso!!
Escalofríos me da, el recuerdo de la adolescencia despierto en primavera y verano, escuchando los trenes de vía estrecha por la noche tenían permiso para cruzar la ciudad, haciendo sonar el silbato cada poco, uniendo la estación de Murcia con la que llevaba hacia Valencia.
Moi j'entends siffler le train. Todavía.
No se lo digas al autor, pero es una foto bellísima.
(por cierto, una vez al mes cojo el tren a Donosti, 5 horas, hago algo y me vuelvo en el último tren del día, otras 5 horas. Además de leerme un libro, soy feliz).
Tierno y sugerente texto.
no, no conté aún esa historia...
Se me olvidó poner este vínculo:
http://www.youtube.com/watch?v=HG5uyB6R04I
Venía a agradecerte la visita en mi espacio y el que me hayas enlazado, pero me ha ocurrido algo más: me he enamorado de todas las entradas de tu blog. Me ha gustado mucho ver tu "altar" mexicano (y espero que tengas la oportunidad de volver pronto) por dos razones: porque los elementos que contiene hablan de muchos lugares y épocas en mi país, y porque creo que los paisanos míos que conociste te trataron bien y por eso quieres regresar.
Respecto a los trenes, bueno, yo no he tenido la oportunidad de viajar en tren, en México... pero sí en otros lugares...España entre ellos y ¡Me encantó!
Gracias por visitarme , por enlazarme y por este espacio tan bello e interesante. Voy correindo a enlazarte yo también
Un beso
Yo he hablado de "improntas" para referirme a las fotos del de arriba...? Hum... Esas palabras de tres sílabas.
La foto es fantástica, eso, fantástica, como han dicho allí arriba también. No digo más porque no se puede ser más preciso.
A mí el tren me gusta mucho también, y creo que debería ser obligado montar en tren al menos una vez al año. Libertad atada, horas y horas de placidez absoluta. Atrapado y feliz en mi vagón. ¡Vámonos a México en tren, para que allí también lo tengan!
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