Sabe que es verano en Madrid. Pero le digo que no puedo dormir. Que las puertas de mi balcón están abiertas a un patio en silencio, sin ruido. Que un hombre puede que esté escuchando este teclear insensato por la hora entre semana desde la habitación de al lado. Pero más puede que esté dormido, todo paz, todo piel y boca sobre labio.
He tardado una media hora de desesperación en encender el ordenador confuso, vago y lento, lleno en su poca memoria ram, que nunca supe qué era. Que estoy sobre una mesa de cocina blanca y grande. Que huele a albahaca. Y se enciende la pantalla, al fin y a duras penas. Y aquí, en medio de esta noche de insomnio me encuentro un poema en la bandeja de entrada del correo, inesperadamente. Y digo, vaya horas, no sé si por las cuatro, o por los años.
Que ayer mismo, acariciaba la tapa de un libro y pensaba que si no se hubiera dejado tanto, si no me hubiera dejado de lado tanto en el descubrimiento podríamos haber charlado todo un año de si el joven escribe a golpecitos certeros e irónicos una infancia de escombros en nuestra vieja Alemania. O abrir la boca y los ojos como para tragarse de memoria todas las palabras que llegan desde oriente. Y tantas cosas que voy y me van descubriendo y no le encuentro en el codo a codo. Eso era ayer mismo.
Así que acertado en mi desesperanza suya su propio grito. Y propongo a mi noche abrirle una a una las palabras que manda. Y hacerle a este silencio las preguntas sobre el verso, la amistad y el tintero. Respuesta a la que sólo él y quién sabe si el paisaje que rodea esa, a veces, compleja cabeza, podrían contestarle.
He tardado una media hora de desesperación en encender el ordenador confuso, vago y lento, lleno en su poca memoria ram, que nunca supe qué era. Que estoy sobre una mesa de cocina blanca y grande. Que huele a albahaca. Y se enciende la pantalla, al fin y a duras penas. Y aquí, en medio de esta noche de insomnio me encuentro un poema en la bandeja de entrada del correo, inesperadamente. Y digo, vaya horas, no sé si por las cuatro, o por los años.
Que ayer mismo, acariciaba la tapa de un libro y pensaba que si no se hubiera dejado tanto, si no me hubiera dejado de lado tanto en el descubrimiento podríamos haber charlado todo un año de si el joven escribe a golpecitos certeros e irónicos una infancia de escombros en nuestra vieja Alemania. O abrir la boca y los ojos como para tragarse de memoria todas las palabras que llegan desde oriente. Y tantas cosas que voy y me van descubriendo y no le encuentro en el codo a codo. Eso era ayer mismo.
Así que acertado en mi desesperanza suya su propio grito. Y propongo a mi noche abrirle una a una las palabras que manda. Y hacerle a este silencio las preguntas sobre el verso, la amistad y el tintero. Respuesta a la que sólo él y quién sabe si el paisaje que rodea esa, a veces, compleja cabeza, podrían contestarle.
Podríamos decir que el viernes cumplo 27.
Y sentarnos a charlar de la vida y el tiempo.
David hizo esa foto del patio una noche de cena con gente compartida con el personaje del que hablo. Es lo que ahora, menos iluminado, adivino ahí fuera.
11 comentarios:
Tu patio es precioso, eso para empezar.
Y para seguir, a pesar de los años, o quizá por ellos, siento lo que escribes con la proximidad del conocimiento, porque insomnios y preguntas, y sensaciones se repiten en una confusa noria, y a veces salpican a unos y otras veces a otros.
Un poema de madrugada, unas palabras.
Estás viva.
Y sientes.
Es un privilegio.
Muchos besos
27!!! Dios te avejentas por momentos, parece que fue el jueves cuando tenías 26... Qué ganas de conocer tu patio y a tu vecino tanguero y de verte.
Tú silba cuando estés por aquí que nosotras te llevamos por ahí.
Besos con sal.
Aquí sois las dos muy bienvenidas cuando caigáis por Madrid.
A la BrujaRoja la llevaría al mercado de Los Mostenses en seguida, a comprar unos mangos bien dulces y comérnoslos despacito contando.
A Carmen la sentaría en la cocina con cualquier aderezo para el alma y veríamos caer la tarde.
Y sí, me cae otro añito contado. El año pasado el día de mi cumple, volé. Este año voy a arrejuntar los amigotes. Que eso es gran regalo. Os guardo trocitos de fiesta.
Qué lindo escribes tus mensajes cifrados. Y qué más dará hacer comprensiones de lectura cuando lo bello no es la historia sino las palabras con las que se cuenta...
En fin.
(Se cayó el tomate verde, que iba para tremendo tomate, y el otro, el pirmero, que está rojo, no sé... presiento que está habitado y me da... grimilla arrancarlo de la mata)
27 jar...y yo te vi estrenando 24 tan lejos de casa que podríamos haber tenido 32 o 100 o ninguno. Eramos atemporales como aquel lugar paraíso que compartimos...
y hago recuento de tu año (que me gusta más que el mío...) y me parece que el final esta vez no podía ser otro que una fiesta llena de gente nueva, y gente vieja, y gente de aquí y de allí...como un compendio de la aroa que te ha habitado estos 365 años...
cuanta felicidad!!!!!!!!!!!!
365 años no por díos...365 días
jijijiji
Aroa!! Qué maravilla más maravillosa, tu blog!! Como tu casa. Igualito! Me encanta. realmente me acaricia el corazón. Y este patio! A la mañana saqué una foto... pero claro, no tan espectacular como ésta!!
Ya volveré!!
Que tengas un buen verano, hada-payasa!
f e l i c i d a d e s madrugantes
Cumpleaños felíííííí!!! Cumpleaños felíííííí, te dese-a-mos to-dooooooooooooos (vamos, la Elena y yo). Cumpleaños felííííííí.
Bieeeeeeeeeeeeeen!!!
Felicidades, Aroíta.
27 años, ¡qué tiernos aún!
Un beso al patio de tu casa
ay gracias compas de palbras, de ratos, amigos míos!
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