Notas negras. La voz arrugada de los recuerdos. Has olvidado cómo intentamos esas canciones. En el jardín cerrado. Las palmeras recortando siluetas. Sobre el sonido del tren interrumpiéndonos. Su silbato de muerte. Cuando yo vivía obsesionada con ir hasta las vías para ver pasar a los migrantes. Qué mentira tan perfecta. Un peine, una lata de atún, una bolsa de plástico, una fotografía despintada. - Este es mi niño- me decían. Y a mí se me encogía la garganta. Y me miraba las manos. Y les miraba las manos. El uniforme azul de periodista. Dormir entre los vagones era caerse de los sueños. Perder el clavo ardiendo a punto de alcanzarlo.
Puede ser que ya no recuerdas la voz ahogada de aquel autobús regional y maltrecho, nuestra espalda torcida mientras buscamos aquella lista de canciones de trova. El volcán vigilando. Cantando, gritando sobre el ruido del motor castigado que se retorcía en curvas en aquella carretera. Y yo sin saber nunca si iba hacia el norte o el sur de un estado. Con la resaca que no se cambiaba de ropa. Entre las sombras de la memoria. Dos años ayer, o mañana, que te conozco. Nunca tuve diario. Silencio después de tanto ruido, mucho, mucho ruido. Mañana. Estarás en Madrid. En mi bolsillo. El teléfono en calma esta vez. La vocación de recuerdo de algunas canciones. - Ahora que tocan los ojos, que miran las bocas, que gritan los dedos- . Acordes viento, acordes agua que te alejan. Cualquier palabra fue imperfecta e inocente. Al regreso, la piel quemada o el dolor de cabeza de un colchón destrozado.
Escupirá mi cara su gesto y el cuerpo vacío se quedará ahí. La boca despintada, los músculos más blandos, posición natural del que no tiene hueso, que fuera todo carne amontonada, nota sostenida de un respiro, en medio de la gente enloquecida que comulga canciones. Y el pecho se hundirá hacia dentro con una terrible sensación de pérdida. Desconexiones del mundo. Como cuando era una niña y me descubría tratando de reconocer los cambios, asustada, despegadas vísceras y alma, raíces de la piel, parte del espejo, parte del hueco robado al aire limpio de una casa.
(fragmento del mural de un salón
No sé por qué hoy es miércoles)
(Migrantes centroamericanos a su paso por Veracruz)
13 comentarios:
:) es genial poder perderse en un texto tuyo. canciones, vagones, carreteras... el viaje de las pléyades me inspira tranquilidad.
un beso sureño de alguien que vive en madrid.
Y a mí que se me encoge la garganta
Pues yo me apunto a ciertos desgarros también leyendo ciertos párrafos. Un besote Aroa
erato
gracias por leer a los 3!
os mando un beso
aroa
Cómo me gusta leerte, porque viene tu voz leyendo ésto... mi "vocación de recuerdo".
Toda esa gente va en un tren emigrando? cuéntanos más de eso...
¿tomaste tú la foto?
poco me queda para compartir contigo misteriosos desconciertos
jartita me tienes!!!
pero ya desconcertada poco...
ahora, si no me 'conciertas', no voy
jijiji qué tal fue?
ay jar ¿nos curaremos alguna vez de México? yo me siento muy recuperada pero la neta de la corneta hay una cicatriz que me recorre entera y que dudo mucho que se borre nunca...
ayer, en alcalá, un bar con una máscara de Huracán Ramírez y en la tele una película del Santo (con sus mallas ajustadas y su máscara...ayyyy)
¿querrán decirnos algo todas estas señales?
beso
María
para ver las señales hay que tener una predisposición... y creo que hay señales a las que no están ustedes prestando atención amigas...
Morriña de jardín cerrado con palmeras recortadas, luna de día, colchón destrozado y volcán de fondo. Leo y me traslado, y suspiro, y sonrío por haber compartido parte de esta historia contigo. Me quedo mejor con la sensación de reencuentro que con la de pérdida; ya llegará la postal de San Telmo.
El acompañante se encargó del (des)concierto hasta el final...
besazo,
bocata de salchichón
qué puedo decir
jo! tantas gracias
y otros tantos besos
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