Hacía meses que la casa no respiraba. Calles cuadradas. Madrid encendido al fondo. El precio de la vida tachado en la etiqueta. La vida desgastada y sin usar en el lavabo. Saldo de tantas noches restándonos. Buscaste cómo llevar siempre perfecto un nudo en la corbata. Sin raíces de pelo ni espontáneas cicatrices encima de la cama. Cada vez te hiciste más pequeño, o no pudo abarcarte mi reloj. Se quedó holgada la tuerca del dramático juego.
Las mujeres.
Que sabemos de olvido tanto como de lágrimas contra las sábanas.
El limón granizado se confundió de surcos. Cayó una gota, congelada y amarga, dentro del bolso. Saber decir que no, querer decir que no cuando se quiere decir sí con toda el alma.
Escucho en la radio del coche cómo fragmentaron y construyeron a una niña el corazón. Las venas con los huecos. Un corazón torcido antes de la luz.
Aprendí a perdonarlo todo aquella noche.
Pero no me toques más la espalda. No me saques la lengua.
Las horas pasaron muy despacio en tantos años. Ahora ya he cumplido con el trato. No mirarte de frente, no querer ver de más. He cumplido. Y me voy.
Las demás aun aguantan la embestida del cuerpo.
Voluntad, amor propio. Erróneo manual de soledades.
- Mi padre conducía. Yo escuchaba. Siempre independiente. No te ates-.
La mediana de la carretera le puso un bajo precio al gris mañana.
Te he mandado un mensaje antes de dormir: T djé 1 rastro sucio, una sombra calient dl salón a la kma, d la kma a la puerta.
Corre a limpiarlo.
No contestas.
En tus manos se enreda un cielo blanco y temprano.
Las mujeres.
Que sabemos de olvido tanto como de lágrimas contra las sábanas.
El limón granizado se confundió de surcos. Cayó una gota, congelada y amarga, dentro del bolso. Saber decir que no, querer decir que no cuando se quiere decir sí con toda el alma.
Escucho en la radio del coche cómo fragmentaron y construyeron a una niña el corazón. Las venas con los huecos. Un corazón torcido antes de la luz.
Aprendí a perdonarlo todo aquella noche.
Pero no me toques más la espalda. No me saques la lengua.
Las horas pasaron muy despacio en tantos años. Ahora ya he cumplido con el trato. No mirarte de frente, no querer ver de más. He cumplido. Y me voy.
Las demás aun aguantan la embestida del cuerpo.
Voluntad, amor propio. Erróneo manual de soledades.
- Mi padre conducía. Yo escuchaba. Siempre independiente. No te ates-.
La mediana de la carretera le puso un bajo precio al gris mañana.
Te he mandado un mensaje antes de dormir: T djé 1 rastro sucio, una sombra calient dl salón a la kma, d la kma a la puerta.
Corre a limpiarlo.
No contestas.
En tus manos se enreda un cielo blanco y temprano.
Salgo.
Y nunca más regreso.
4 comentarios:
Erróneo manual de soledades o cómo hacer balance cada día de los minutos que te he dedicado.
Y cómo cada día te quiero menos sin perder las ganas de mundo.
Gracias aru (por la entrada y por el hueco)
Lara, para cuando te pases por aquí, imposible no recordarte al llegar hoy a al estación. Me gustó. Mucho
empecemos la jornada laboral que ya voy tarde
sabes que esta entrada una vez tuvo tu nombre por ahí en alguna línea pero lo terminé quitando quien sabe por qué ... y de pronto, aquí apareces como invocada
en otra trastienda buscaré qué decía aquello
a lara la encontrarás mejor en su casa
abrazote marti
jiji vergüenzita me daba dejar en su hogar palabras...la próxima vez llamo al timbre, prometo
Buenas noches serán en Madrid.
"Que sabemos de olvido tanto como de lágrimas contra las sábanas".
Me sobrecoge. Hace mucho mucho tiempo que ni lloro ni siento.
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