¿Existe un nombre, acaso, más evocador
que
Puerto Escondido?
Pronúncialo.
Alli estuvimos una vez.
Fue al principio de los tiempos. Condujimos el bocho alquilado por
la sierra hasta San Juan. Las luces dejaron de atravesar la tormenta. Un par de
días en aquella playa. Zipolite. Carrizalillo. El hostal donde años después nos
hospedamos. Eran tiempos de paz. De futuro. De entonces es esta foto. Nunca llegué
a ver la que me tomó Samuel.
Playa de Puerto Escondido. Samuel fotografiando a Aroa. Agosto de 2005
Volvimos atravesando el istmo de Tehuantepec durante la que fue la
noche más larga de mi vida. Llovía sin parar. Los esqueléticos limpiaparabrisas
no daban abasto entre la oscura humedad. Cuando llegamos a casa, ya de día, una
amiga había atravesado el océano y dormía en mi colchón sobre el suelo.
Después llegó todo lo demás.
Quién sabe si este verano. Al fin. Después de tanta mierda.
3 comentarios:
tu nostalgia siempre me atraviesa como si fuera mía
quiero verte!
Te llamo, a ver si te veo ¡ahora!
Ya te estoy esperando. Y a Lara también aunque no sea así de inminente.
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