Somos agua adentro.
Y tiempo que se alarga.
La luna pisotea mi gesto como un gato orillado.
Toda esa boca. Esa sonrisa que se escurre del pelo.
Las parejas se extreman en la pista de baile.
Un tobogán naranja, metálico, amarrado a la tierra. Aquellos gritos largos de la tarde. Suspenso en naturales.
Tomar el control no es la agenda ordenada, la casa barrida, el corazón a pulso. Tiene que ser dejarlo todo. Deshacerse de las malas hierbas. Como si supiese que esto no nos dura más allá de 30 años.
7 comentarios:
Los versos finales cierran espléndidamente el poema, Aroa.
Es así como dices: no estar en el sitio, dejar ir: des-alojarnos, romper el eje del sentido y sentir que el vértigo nos crece ancho mundo adentro,
ahí donde se resuelve todo, donde todo tiembla y el corazón, esa víscera de lentitud e intimidad, se nos va haciendo...
me alegró encontrar esta casita desde el blog de Nán,
un abrazo
Hola Stalker, bienvenido. Los amigos de Nán son bienvenidos por acá. Besos
Me tienes loquito, vecina rubia. Cada día apuntas y disparas mejor. Hoy, me has dejado sin dos pestañas de las de cerrar los ojos.
No le pongas una fecha.
Tal vez sea mas tarde.
Besitos
Así que eres vecina de NáN, ¡qué gozada compartir tan de cerca palabras como las tuyas!
Qué cierto tu bello poema, es la vida.
Abrazos.
Hola Isabel, así es... compartimos aire de ciudad. Un beso.
"Tomar el control no es la agenda ordenada, la casa barrida, el corazón a pulso. Tiene que ser dejarlo todo. Deshacerse de las malas hierbas. Como si supiese que esto no nos dura más allá de 30 años".
Caray, qué bien afinas...
Besos
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