Ahora pienso en los dos días que pasé junto a ellas. El bosque lleno de vapor, nuestras caras reflejadas en la laguna. El hombre relata a la mujer por teléfono el pulso de las estrellas sureñas. No existe el tiempo. Dentro de la casa, periódicamente, se descorcha una botella de vino, el horno avisa, suena una carcajada, una piña se quiebra, alguien comienza a estar dormido. Salgo a la terraza alta y el sonido del musgo pegándose a la piedra me contagia. Escucho la respiración de la noche en mis manos.
Al otro lado de esas montañas tú vives contenido en tu cuerpo. No quiero llamarte, sino recrearte dentro. Blandir los ojos hacia el valle oscuro.
Al otro lado de esas montañas tú vives contenido en tu cuerpo. No quiero llamarte, sino recrearte dentro. Blandir los ojos hacia el valle oscuro.
Pero hoy todo el día será miércoles. El azúcar de mi café se llama Veracruz. Poco me queda ya más que el nombre de aquellos cañaverales violentos y verdes al sol.
7 comentarios:
Que texto más evocador y q foto más bonita..
Un abrazo
carmen.-
Parecemos fantasmitas del charco...
Un beso Carmen.
Qué bonito fin de semana...Gracias chicas!!!
Preciosas palabras.
La segunda foto es espectacularmente original y al mismo tiempo, tierna.
Besos, linda
La foto es alegre y con una lejanía que pincha.
Es un recuerdo, uno completo.
Y esto: "Poco me queda ya más que el nombre de aquellos cañaverales violentos y verdes al sol".
¡qué grande eres!
Hola mis niñas de acá:
la foto está curiosa, creo. La miro mucho rato. El Fotógrafo me pegó lo de los reflejos.
Os envío un abrazo y gracias por venir a leer aunque este blog esté tan paradito ultimamente.
Pero le tengo muchas ganas.
Aroa
ah, y a la que nunca quiere cantarse una copla en los escenarios: tú si que eres grande, ah
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