Heredarán tus piernas.
Las mujeres serán, como tú, blancas. Dejarán el silencio plagado de sonidos.
El aerosol me despierta en la boca de la compañera. La luz se cuela por la puerta. Los sonidos metálicos de los hospitales. El oficio blanco. Son las 04.20 y ahí fuera alguien murmura un dolor. Tan sólo por un momento pienso que habría de haber algo más allá de la noche. Una esperanza.
La abuela sueña. Se le ha olvidado hacer una llamada. Yo le pongo la mano en la frente y le digo: tranquila. Respira y duerme. Y me hace caso.
Miro su mano agarrada con fuerza a la barra. Hasta en la oscuridad se dibuja la arruga y la vena.
Ella estaría ahí si fuera yo la que no se sostiene.
Amanece detrás de El Cerro de los Ángeles. El marido de la compañera y yo peinamos a las mujeres. Colonia en pelo blanco. Desayuno templado.
Cuando salgo, quisiera salvar su cuerpo de todo el chillido humano.
5 comentarios:
http://www.youtube.com/watch?v=lzQhpEl-EDc&feature=channel_page
Hola Aroa, soy Conchita... tu entrada me ha gustado mucho jiji.
Mira la canción que te he puesto en el link de youtube, es tan bonita.
Un besito y no te pongas malita que me da mucho susto.
Hermosísimo texto de no sé que historia por la que prefiero no preguntar.
Algo tan cálido y acogedor se transmite. Pero además, las palabras elegidas son impecables.
Salvemos todos los cuerpos que podamos del chillido humano. Sí.
Y lo habrás salvado, sólo con hacer que esa mano deslumbre en la noche.
Cuántos chillidos humanos, demasiados. Menos mal que todavía existen ángeles de la guarda. Pobres abuelas del mundo, si no.
Beso
Qué manera tan bella de contarlo.
Transformar lo que duele en algo que salva.
Hermoso, aroamente hermoso.
Publicar un comentario