Dentro de esta casa que todos llaman útero
Cristina Peri-Rossi
No es fácil reconocer que soy yo la que camina por la callecita Dos de Mayo. Una niña observa el mordisco de un perro en el cuello de otro. Le falta aplaudir pero me da la mano. Se equivoca de madre. Dicen los periódicos que el mundo ha dado otra vuelta. La crisis económica es engullida por el nuevo huracán de cinco columnas en blanco y negro. Me han dicho que podrías llegar de madrugada y que no recordarás cómo el tren abrió los ojos. Yo sentiré hormigas en el vientre y hundiré todos los cuchillos de la casa debajo del colchón. Si es necesario. Mantendré encendida la ventana
entre
los
pisos.
Adivinarás mi nervio. Mi vocación de colmena. Verás que hay una cama anudada en el cielo. Que escondí todos los recibos. Los números rojos. Que hay una maleta en mi pasillo que sabe que no va a ninguna parte.
9 comentarios:
Y este, ¿no se puede votar?
Ay, niña, ¿por qué me resulta tan triste un texto que a lo mejor no quería serlo?
Imagino abejas a punto de inyectar su veneno en alguna piel inocente y siento angustia...espero que no sea la tuya.
beso de madrugada
ay, etdnilla, no creerás que me pasa todo lo que escribo aquí??? sí a lo de la niña, el perro y la mano que me dio...
la vocación de colmena... bueno, no voy a dar explicaciones de cosas que no se explicar...
si sientes angustia es que sientes, y ese fin se me ha ido de las manos, pero me sirve igual...
besos
No sé si lo entendí, pero sentí cada una de tus palabras como un precioso regalo. Un texto lleno de belleza en el que me diluyo maravillada. Gracias. Un placer encontrarte.
gracias a tí
voy a abrir tu ventana a ver qué encuentro yo
A ningúna parte.
Acabas de romperme con ese final.
:) Un abrazo, Aroa.
Tiene un regalito en mi blog Aroa...si gusta, pase a recogerlo. Besos mil
Decir que hay una maleta que no va a ninguna parte es un triunfo. Enhorabuena.
Ah, maravilla, una mujer que esconde los números rojos: no sabía que tal cosa existiera.
Bueno, sí, acababa de leerlo en Body art, un libro de Don de Lillo, ¿no he hablado nunca de él? tenía olvidado ese libro, que leí hace unos años, pero se lo dejé a Lila Berger, otra dondelillera de pro, y al devolvérmelo me lo volví a leer.
Ay nano,... las mujeres somos capaces de hacer desaparecer tantas cosas sin que nadie se de cuenta...
dondelillero, qué gran palabro...
sigo por tu casa, y de un salto sorteo la maleta del pasillo
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