11/3/07


M-604. Valle de Lozoya. No estalla la tormenta. Los recuerdos vienen y no se van. Algo susurra cuentos de otros continentes en mi oído – "siempre hay un instante que apacigua los celos, y una radio emitiendo canciones para temblar, un instante propenso al amor turbulento. De qué sirve aferrarse a los mitos, si olvidé cómo suenan las sedas al rasgarse en umbrales de especias y ese tacto de pulpa que dejan las guayabas en la lengua, al límite de la luz en los balcones" - leo. Y regreso al volante. Se va rompiendo el hielo. Un río corre con nuestra risa. Se enloquece la veleta. Atrás y sin retorno el invierno se muere cuando giramos la última curva. Quedamos descubiertas, desarmadas, cara a la primavera. Habrá que sonreír. Entre las piernas una lágrima embalsa la tristeza.

3 comentarios:

char dijo...

La nieve de la montaña me supo a aquellas noches de vino y rosas, el cuento que disfrutamos y que sí nos permitió encariñarlos con sus personajes. Habrá que reanudar otro vuelo… no pierdas nunca esas estrellas

Anónimo dijo...

que susto....cuando he visto esa melena encaracolada he pensado por un momento que tú tb te habías vuelto coliflor...pero luego el detalle perfecto del pañuelo en torno al cuello me ha hecho ver que era la char...ufffff....

chicas...que envidia de viajes, de conversaciones al viento, de huidas con gente que te conoce tanto, pero con las que hay aún tanto por compartir...

en Berlín llegó la primavera tb y salgo a caminar por el canal y la gente pasea al perro, corre con la bicicleta, se sientan tranquilamente a beber una cerveza o a dar de comer a los patos...yo les observo y os echo de menos. Me gustaría compartirlo con vosotras.

besos
María

Anónimo dijo...

ese momento en que los alemanes salen de debajo de las piedras... nos faltaste y no, porque estando la char y yo... falta gente inevitable... un beso, y te espero a las 4 de la mañana el próximo sábado...