Una patada en el avispero
El narcotráfico es un negocio ilegal que se sustenta del cultivo, distribución, comercio y consumo de drogas ilegales. Todo este proceso ha generado más de 50.000 muertos y una situación de gran impacto social y violencia indiscriminada en México debido al trasiego y conquista de nuevas plazas por parte de los cárteles. A esto se suma la guerra que el Gobierno ha lanzado para erradicarlo.
¿Cómo se ha llegado hasta esta situación?
En 2006, el presidente del Gobierno mexicano Felipe Calderón (PAN) puso en marcha una campaña contra los cárteles mexicanos de la droga. Armados y corruptos, estos grupos se habían convertido ya entonces en una amenaza muy severa para la seguridad nacional y se extendían, como un manto freático fantasmal por todos los sustratos de la administración y la sociedad. La guerra iba a ser desigual, las mafias de la droga disponían de más hombres, más dinero, más armas y hasta más policías corruptos a su servicio que el propio Estado. Esta estrategia de combate, incluía la utilización del ejército mexicano, la policía, una reforma judicial que endureciese las penas y una reforzada cooperación con Estados Unidos, actor protagonista en esta trama de terror. Pero, desde entonces, la violencia no ha hecho más que extender sus garras por todo el país.
Aquí se unen varios frentes. Por una parte, está la vieja guerra sin cuartel del Cártel de Sinaloa y el Cártel de Juárez por el control del corredor terrestre del Valle de Juárez, que posibilita la entrada de droga en Estados Unidos. Por otra, la guerra entre Los Zetas y sus antiguos socios del Cártel del Golfo, cuyo sangriento escenario se ubica en Tamaulipas, extendiéndose a Nuevo León, Hidalgo y Tabasco. Este enfrentamiento ha propiciado el surgimiento de la conocida como Nueva Federación, formada por el Cártel de Sinaloa, el del Golfo y la Familia Michoacana. Por otra parte, la descomposición del Cártel de los Beltrán Leyva, tras la muerte de El Barbas, llevó a la composición del cártel del Pacífico Sur. El país está minado.
Por qué ahora es tan cruento
Desde que el Gobierno declaró la lucha contra el narco, como si hubiese dado una patada en un avispero dormido, la violencia se ha incrementado. El valor de una vida parece devaluado y las ejecuciones son noticia a diario. Queda claro que la ofensiva del Gobierno contra el crimen organizado y tratar a los productores, distribuidores y consumidores de drogas como criminales no ha funcionado ni reducido los suministros.
Si no es una guerra civil, lo que se está librando en México se parece bastante. Ciudad Juárez se ha convertido en la ciudad más insegura del mundo. Sin embargo, es esta zona fronteriza donde más elementos de seguridad han sido enviados.
El tráfico de armas es otro de los problemas a combatir. Armados como soldados, el flujo de armas a México proviene, sobre todo, de Estados Unidos. Armas de fuego (pistolas, rifles, ametralladoras) compradas en el mercado negro o por mujeres que viven en EE UU, sin antecedentes penales, y que las envían a los traficantes a través de las fronteras.
Más de 38 millones de personas consumen drogas en EE UU. El flujo de estupefacientes ha convertido a México en un daño colateral. Que el país norteamericano tiene capacidad para erradicar los cárteles es indudable, pero, tal vez, no le interese y el desembolso de fondos para operaciones anticrimen se produce de forma lenta. Lo primero, entonar un mea culpa en el asunto.
Los niños soldados del narcotráfico
Uno de los muchos problemas que enfrenta el país es el reclutamiento de niños para los cárteles. Más de 25.000 niños y adolescentes han sido forzados a colaborar con los cárteles de la droga y más de 1.000 menores de edad han sido asesinados en este contexto. Vienen de hogares pobres, sin oportunidad de empleo, son los niños sumergidos de México, que crecen en un entorno de violencia permanente que les condena a delinquir y no sacar cabeza.
Muy conocido es el caso de El Ponchis, condenado a tres años de prisión por degollar a cuatro personas y torturar a varias más, todas grabadas en su teléfono móvil.
Son una presa fácil para el narco, no solamente les ofrecen un trabajo, sino un sentido de pertenencia a algo, a una organización en la que su ética, aun desdibujada, puede convertirlos en soldados muy crueles. Carne de cañón.
El país donde es más difícil ejercer el periodismo
Los procedimientos pasan desde secuestros, desapariciones, atentados, amenazas constantes, hasta cabezas arrojadas a la puerta de la redacción de los periódicos. Más de 80 periodistas han sido asesinados desde 2005 por ejercer su profesión, miles viven amenazados.
México es el primer país del mundo donde ser periodista es más peligroso, allí han muerto más informadores que en la guerra de Irak.
La situación permanece tan impune que hasta las cifras oficiales bailan y nadie sabe hasta dónde asciende el número de víctimas del gremio.
La legalización, cuestión siempre latente
La situación parece lejos de encontrar una salida. El camino puramente represivo se ha convertido en un negocio que no para de provocar violencia. Tal vez es hora de explorar la posible legalización de algunas drogas, reconocer el fracaso de la cruzada que emprendió Calderón. La legalización abriría una puerta para arrebatarles poder a las bandas de traficantes de droga y así debilitarlas, en vez de tratar de combatirlas con las fuerzas de seguridad.
Las próximas elecciones generales, en 2012, conceden una amplia victoria en los sondeos al PRI, puede que las avispas regresen a su nido, pero el foco seguirá estando vivo.
Mientras, la situación continúa siendo insostenible, alejándose cada vez más de su objetivo, cobrándose más víctimas.
Para leer del tema:
Este tema tiene muchas aristas complicadas, lo he escrito desde el respeto y la objetividad máxima que me ha permitido la rabia de leer cada día tristes noticias sobre México.