Tiene un ojo ciclópeo.
Con una mano empuja las marañas de sombra.
Para verle
recorto mis rodillas
y mi pelo.
Los peces, hombro abajo.
Vuelve el aire
del pecho
de mi padre
a soplar mis terrores.
Él llega de un viaje
sólo para ordenar
mi piel sobre su nervio,
desdoblar la ceniza
de mi vientre,
la ausencia
descansada
de mi silla vacía.
Y baja las persianas
contra el asco del mundo.
El alma,
resguardada
del tritón endiablado,
se ata a sus raíces.
Sigo enlazando fotitos desde esta preciosa cantera hasta que alguien encuentre, tras los últimos movimientos Las Matas-Noviciado, el cargador de mi nikoncita abandonada.
este poema me gusta muchísimo
ResponderEliminarmuchísimo
hay como algo distinto
duro y certero
Hermosísimo homenaje al padre, el tuyo o el del yo poético, que no sé, aunque tampoco importe demasiado. A decir verdad, tu poema resulta -de todos modos- igual de verdadero y certero (como dice Lara).
ResponderEliminarBeso
Precioso, Aroa...
ResponderEliminarun besote
...Extraordinario...
ResponderEliminar...No me canso de leerlo...
...Beso...
como estamos poquitos aquí, os contare que escribí este poemilla en clase de economía editorial... y que me emocioné ahí en clase como una pava..
ResponderEliminarun abrazo del
yo poético que, a veces, es el mismo que yo
no creas que no estás a la vista de otros ojos. Pero a veces callar es lo que se hace.
ResponderEliminar"Con una mano empuja las marañas de sombra"
ResponderEliminar¡Precioso! (como todo lo que escribes)
No había podido venir porque los duendes cibernéticos me estaban jugando una mala pasada. Parece que ya se han ido, así que vendré con más frecuencia.
Besos
SATÁN te busca
ResponderEliminarMamma mía.¿Cómo se puede escribir algo tan bien construído en clase de economía nada menos? Artistaaa. Me ha encantado. Un beso.
ResponderEliminarMe encanta:
ResponderEliminar"la ausencia
descansada
de mi silla vacía"
Precioso poema (Los peces, hombro abajo)